La seguridad y la confianza son virtudes sumamente valiosas para nuestro camino en el Señor.
El alma configura su seguridad sustentándola en diferentes fuentes: las riquezas, familia, sociedad, gobierno humano, poder personal, etc.
Podemos decir que la falta de seguridad y confianza es nociva para el alma, ya que le produce parálisis y daña todos los sistemas del alma. Pero sabemos que existen falsas formas de seguridad y confianza en las cuales el hombre se ha sostenido.
Apocalipsis 3:17 dice: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.
Vemos que está iglesia se consideraba rica y segura, pero antes los ojos de Dios su riqueza no era espiritual por lo que en realidad no era real, dado que pertenecía a las cosas efímeras y temporales, pero Dios la invita a abandonar la idea mundana de riqueza, para buscar la verdadera riqueza.
Lucas 12:16-21 dice: “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. (17) Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? (18) Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; (19) y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. (20) Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? (21) Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”.
El pasaje de Lucas nos muestra un hombre con muchos bienes materiales, pero sin riqueza en su alma, sin embargo, el último versículo nos muestra que es posible ser rico para con Dios. Solo que la riqueza para con Dios, no se mide bajo los mismos parámetros en que el mundo mide la riqueza.
Una de las palabras griegas asociadas a la seguridad es amerimnos (G275), la cual significa “sin congoja” . Esta palabra aparece en 1 Corintios 7:32, donde el apóstol Pablo expresa su deseo a los corintios de que estén sin congoja, hablando de la importancia de ver la vida natural como pasajera y fugaz, de tal manera que las circunstancias no gobiernen nuestras emociones y decisiones.
1 Corintios 7:31-32 dice: “…porque la apariencia de este mundo se pasa. (32) Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja…”
Recuerde: las emociones son tan importantes como lo que edificamos con ellas. Si lo que edificamos tiene calidad eterna, todo en nosotros se vuelve importante y debe ser administrado con sabiduría.
Sin la vida espiritual, el alma debió encontrar reemplazos en el alma para poder vivir y es por eso que encontramos tantas personas basando su confianza en cosas naturales. El hombre carnal utiliza también la espiritualidad para crear falsas expectativas para su seguridad. Espera la bendición de Dios en su negocio, pero su confianza sigue estando en las riquezas. Eso vivieron los discípulos cuando su Maestro estaba calvado en la cruz. Ellos tenían una seguridad puesta en Jesús, pero su expectativa era humana y natural. Tenían al Jesús que les solucionaba todos sus asuntos (financieros, físicos, emocionales, etc), pero al faltarles el maestro se descubrió su inseguridad. La confianza que ostentaban no estaba realmente puesta en el Señor sino en todo lo que Él les proveía.
En pocos pasajes vemos a Pedro pasar de dos estados extremos. Pedro pasó de cortar la oreja de un centurión romano a negar al Señor tres veces.
LA SEGURIDAD Y LOS PLANES DE DIOS
Génesis 15:1 dice: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”.
Nuestro Dios sabe que necesitamos de Su seguridad para vivir. Es de suma importancia encontrar esa seguridad para alcanzar madurez. La razón es muy sencilla: si nos cuidamos a nosotros mismos o depositamos nuestra confianza en lo incorrecto, renunciamos a los cuidados de Dios.
Dios le dijo a Abram: “Yo soy tu escudo”. Dios está trabando en su corazón por lo que vendrá, llevándole a entender como primera medida de que Él tiene cuidado de su casa. No puedes llevar tus propios escudos personales si has de transitar los caminos propuestos por Dios.
EL EVANGELIO Y LA SEGURIDAD
Lo único que puede devolver al alma a su diseño original es el evangelio. Exponernos a la gloria del evangelio y permitir en nosotros sus cirugías día a día, es la única manera de recuperar la seguridad y confianza para la cual hemos sido creados.
Hebreos 2:14-15 dice: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, (15) y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”.
El temor a la muerte es un sistema que opera en todo corazón humano no regenerado. Ese temor es el que mantiene a las personas esclavas del pecado y sin disfrutar una verdadera libertad. Aquí vemos que el evangelio produce cambios muy profundos en el corazón, cuando le permitimos tocar las fibras más profundas de sus sistemas.
LA CONFIGURACIÓN DEL ALMA
Cuando Israel es sacado al desierto luego de haber sido liberado del Egipto, se desplegaron todas las reacciones comunes y predecibles del alma humana. Una de las primeras reacciones de Israel fue su murmuración por causa de la necesidad y las amenazas del desierto.
La religión usa a Dios para crear expectativas humanas y naturales de las intervenciones de divinas, de manera tal que la seguridad termina siendo falsa y peligrosa. El principio engañoso es: “si Dios me provee de dinero, entonces ya no tendré temor de la pobreza”. Este principio no tiene nada de espiritual. Poner el nombre de Dios no lo hace más espiritual, ya que se esconde la verdadera fuente de seguridad: el dinero.
¿Cómo piensa un corazón que se ha revestido de una verdadera confianza en Dios?
Romanos 8:37-39 dice: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. (38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, (39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
A quien le ha sido revelado el amor de Dios mostrado en el evangelio, y ha entendido que Dios es la fuente misma de dicho amor, sabe que nada lo puede separar de ese amor, ni él mismo como un ser creado se puede separar de Dios, pues es Dios quién ha decidido unirlo a Cristo, y esa es la fuente de su seguridad y confianza en Él.
Romanos 14:7-8 dice: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. (8) Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos“.
La seguridad que nos es provista por el Evangelio de Dios es una seguridad sustentada en nuestra naturaleza espiritual, en la vida eterna que hemos recibido proveniente de Dios. A eso se refería Jesús al decir estas palabras:
Mateo 6:25-27 dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (26) Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (27) ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?”
Jesús nos muestra que es la revelación de Dios como nuestro Padre, la que nos provee la seguridad de que podemos confiar en Su cuidado para con nosotros.
La confianza y la seguridad como virtudes espirituales que revisten nuestras almas producirán los siguientes beneficios:
- Nos hacen libres de toda ansiedad.
- Fortalecen nuestra fe y la acrecientan, llevando nuestra mirada a las cosas espirituales.
- Nos permiten administrar las cosas materiales y temporales con la mirada puesta en las cosas eternas.
- Llevan nuestra alma a la realidad de Dios y a alimentarnos de Su Verdad más allá de las circunstancias externas.
1 Tesalonicenses 5:9-11 dice: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, (10) quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. (11) Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”.
Tener la certeza de nuestro destino eterno, nos lleva a vivir nuestra vida con la mira en la eternidad, viviendo para agradar a Dios, por la seguridad que nos ha dado de habernos librado de la ira venidera y de la condenación eterna.
Muchas Gracias, amados! ________________________________
Pastor con este alimento fueron abiertos mis ojos y pude oír, que tengo un dueño y este cuida de mí, porque somos herramientas para su propósito eterno. Que libertad encontre.
Con esta realidad halle la verdadera confianza y seguridad.
Gracias.