Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Romanos 8:22-23
Es muy fácil identificar los clamores del alma y las expectativas personales. ¿Sabía usted que su espíritu también tiene un clamor? Ese clamor puede pasar desapercibido e ignorado toda la vida de un cristiano, olvidado por causa de las ilusiones temporales.
Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.2 Corintios 5:2-3
El gemido del espíritu es coherente al de toda la creación y a la esperanza del Padre: que los hijos de Dios se manifiesten a través de la madurez, dando a conocer el verdadero amor al mundo, con aroma al conocimiento de Dios.
Nuestro verdadero crecimiento comienza cuando podemos menospreciar los clamores de nuestras almas, para que cobre importancia el clamor que portamos en el espíritu.
Pida al Padre que le ayude a identificar ese clamor, y viva expectante de ser gobernado por la potencia de esa realidad.
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Abel Ballistreri