EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LA VOZ DE DIOS

LA VOZ DE DIOS

El poder vivir gestionando nuestra vida desde el conocimiento espiritual nos da el discernimiento para poder detectar la voz de Dios, de las otras voces que constantemente vienen a nuestra vida.

Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.

La voz de Dios no es como la de los hombres. La palabra de Dios no es como las palabras humanas. Lo que Dios habla no produce los mismos resultados que producen los hombres cuando hablan. ¿Cuál es la naturaleza de la Palabra de Dios?

Hebreos 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Es común oír a cristianos decir “Dios me habló”. Claramente Dios habla a sus hijos y el Espíritu de Dios guía a aquellos que andan en el espíritu. Sin embargo, no es correcto reducir la voz de Dios a conceptos o pensamientos humanos. Un error aún más grave es reducir una palabra de Dios a un concepto que se consume en asuntos personales y humanos.

Mateo 4:4 dice: “El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Juan 1:1-5 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”.

Algunos principios para meditar sobre el conocimiento espiritual y la voz de Dios

  • Cuando Dios habla, entrega parte de sí mismo.
  • No hay nada más valioso que Dios pueda darme que Su Palabra.
  • La palabra de Dios contiene siempre su poder y naturaleza.
  • Cuando Dios habla, lo hace en función de Sus intenciones y expectativas.
  • Cuando Dios habla, lo hace a su Iglesia, al Cuerpo de Cristo, edificando Sus diseños y provocándonos a ser UNO en Él. Cuando Dios habla, nunca conduce al individualismo, a la separación o la soledad. Su palabra nos conduce siempre a la expresión de Su amor, reforzando las coyunturas y ligamentos del Cuerpo.

Algunos consejos al respecto de la palabra de Dios:

  • Debemos ser siempre cuidadosos al decir frases tales como: “Dios me dijo…”. Si usamos esa expresión, hacerlo con temor de Dios y nunca livianamente.
  • Cuidarnos del engaño de nuestro corazón que muchas veces procura justificar sus propias decisiones e intenciones, usando la voluntad de Dios como excusa.
  • Es sabio entrenar nuestras palabras para usar expresiones tales como “yo creo que Dios…”, o “tengo el sentir de que Dios…”. De esa manera dejamos abierta la posibilidad a ser enseñados, corregidos o instruidos por quienes nos conducen en la fe. Cuando decimos “Dios me dijo”, cerramos toda posibilidad a ser instruidos, y si lo que pensamos es incorrecto, nos afirmamos en un camino que sólo traerá consecuencias negativas a nuestro crecimiento y madurez.

APRECIACIONES SOBRE LA PALABRA Y LA PROFECÍA

Es común oír a personas, que, funcionando en lo profético, expresan frases como: “Dios le dice…” o “así dice el Señor…”. Ese tipo de expresiones que podemos ver también en los textos bíblicos, exponen a los niños en la fe a situaciones que pueden dañar su crecimiento espiritual. En ocasiones se usan esas expresiones de manera ligera y sin temor del Señor. Aún quienes operan en el don de la profecía, ignoran acerca de este don y cómo usarlo para edificación de manera correcta.

En este apartado hemos de establecer algunos principios claves para entender la función profética y la expresión de la palabra de Dios en la edificación de la Iglesia.

Un don espiritual es un regalo dado por Dios, una herramienta útil para la edificación espiritual, que si es bien usada, puede producir resultados provechosos.

Conceptos que deben ser revisados sobre la palabra y la profecia:

¿Quién es un profeta según el Nuevo Pacto? ¿Qué es el don profético? ¿Qué significa profetizar? ¿Cómo se alcanza el don profético? ¿Qué lugar tiene la profecía en la edificación de la Iglesia? ¿Cuáles son los sesgos más comunes sobre la profecía en nuestra generación?

  • El profeta es la gracia de Cristo operando en una persona que fue constituida por el Señor para edificación de los santos y conducirlos a la estatura de Cristo como Cuerpo. Es un ministro que funciona con dones y asignaciones específicas que son complementadas con el resto de las gracias del ministerio.
  • El don de la profecía es un don espiritual que permite ver cosas que no pueden verse por los sentidos o anticiparse por deducción humana. En ocasiones permite ver situaciones futuras. También puede ser complementado con dones de palabra de ciencia o palabra de sabiduría. Los dones son herramientas útiles para la edificación cuando son usadas por manos competentes y por santos que pueden entender el diseño que debe ser edificado. Cuando un don es usado por un niño, puede ser igualmente peligroso.
  • Profetizar significa usar el don de la profecía. Significa ejercer con palabras y acciones aquello que proviene del don espiritual.

Debemos saber que existen las falsas profecías, lo cual aparece cuando se expresan palabras similares a las que habla un profeta o las que expresan las escrituras pero que no responden a un don espiritual genuino. También existen los falsos profetas. Son aquellos que se constituyen para funcionar específicamente en lo profético, toman un lugar de edificación, pero no fueron constituidos por el Señor en esa función ministerial.

  • El don profético es dado por el Espíritu Santo a aquellos que Él quiere dar. Al ser un don, no produce gloria a quien lo posee y tampoco es una fuente de autoridad espiritual. Además, en el Nuevo Pacto, estos dones pueden ser procurados. Quiere decir que, si un hijo de Dios desea operar en un don específico, puede pedirlo y provocarlo en su vida. Aun así, el Espíritu se reserva el derecho de otorgarlo genuinamente.
  • La profecía es un don útil para la edificación, la exhortación y es especialmente poderoso para preparar el camino a la palabra de verdad, quebrando estructuras, argumentos y altiveces.

Muchos de los errores cometidos por causa de la inmadurez espiritual en generaciones presentes y pasadas, produjeron daños en la edificación, usando mal la profecía y ejerciendo mal el ministerio profético. Algunos de los sesgos más comunes son:

  • El uso de los dones proféticos para manipular y ejercer poder sobre otros.
  • El uso de lo profético por beneficios personales.

1 Corintios 14:3 dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación”.

1 Juan 4:1 dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”.

Mateo 7:22-23 dice: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? (23) Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

El apóstol Pablo debe dedicar un espacio central en la carta a los corintios para explicar y traer claridad sobre el uso de los dones espirituales en la iglesia. Al parecer, algunas conductas ya se observaban en las iglesias del primer siglo, quienes disfrutaban del ejercicio de los dones espirituales, pero no habían entendido su razón, importancia y peligros de su mal uso. No estamos hablando de un equilibrio, sino de una coherencia con la realidad de Dios y de Su Iglesia. No se trata de usar más o usar menos los dones espirituales, sino de cómo deben usarse y qué buscamos con ellos. Es tan clara esta realidad que el mismo apóstol Pablo recomienda procurar los dones espirituales, pero reconoce que hay una forma aún más excelente para edificar la Iglesia:

1 Corintios 12:31-13:1 dice: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aún más excelente. (13:1) Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”.

¿Cuál es el camino más excelente que el de los dones? El amarnos unos a otros. Si usamos dones, pero no crecemos en la expresión del amor, entonces ese ejercicio es desechado delante de Dios y no participará de la verdadera edificación de la Iglesia. Si nos amamos unos a otros, todo don espiritual ejercitado expresará su mayor potencia y razón de ser.

Algunos consejos sobre el ejercicio de dones proféticos:

  • Siempre ponga a prueba toda palabra profética recibida. ¿Cómo hacemos eso? Con la oración guía del Espíritu, con las escrituras, con el consejo de quienes nos preceden en el Señor y con la paciencia.
  • Nunca permita que una palabra profética manipule o coarte su responsabilidad de administrar aquello que Dios le ha confiado. Sea tiempo, decisiones de vida, recursos, etc. La palabra profética es un servicio a los santos que nos debe conducir a la madurez y no una ley externa que viene para someternos a decisiones.
  • Si usted recibe o expresa una palabra profética, procure la expresión y el compromiso del amor entre los miembros del cuerpo. Evite las palabras proféticas de personas pasajeras que no tienen ningún compromiso con la edificación de los santos. Evite y examine cuidadosamente las actitudes de personas que no quieren comprometerse con aquello que profetizan.
  • Si usted reconoce dones proféticos en su propia vida, busque la guía de maestros que le ayuden a desarrollar el uso de su don para la verdadera edificación de la iglesia.
  • El ejercicio de un don espiritual no produce gloria a quien lo porta, sino a aquel de quien proviene el don. Nunca exalte en usted o en otros el uso de un don espiritual. Los dones espirituales no son señales de aprobación de Dios ni de autoridad espiritual. Por el contrario, la madurez espiritual, la expresión del verdadero amor espiritual, la expresión del fruto del espíritu y el compromiso con la edificación sustentable de la Iglesia del Señor, si son señales de autoridad espiritual.
  • Profundice en el conocimiento y entendimiento de estos asuntos, con la guía de quienes le preceden y le nutren para el crecimiento espiritual.

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