EL EVANGELIO DE CRISTO

El evangelio de Cristo

El Evangelio de Cristo es la expresión del evangelio que muestra y demuestra la centralidad de Cristo, derribando todo humanismo. Pone a Cristo como la explicación misma del plan de Dios y cómo éste se gobierna.

El énfasis de este evangelio está en la manifestación de Jesús como el Cristo, el Mesías, quien viene a dar a conocer a Dios, a través de sus palabras, de señales y prodigios, y de la transformación que efectúa en las vidas a las que toca.

Lucas 24:25-27 dice: “Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! (26) ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? (27) Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

El evangelio es la palabra viva de Dios que se abre camino en la tierra, en el tiempo y aún en nuestros corazones, hasta producir el fruto que Dios espera y consumar el propósito eterno de Dios.

  1. Nos muestra cómo el evangelio se abre camino para expresarse y consumarse en la tierra.
  2. Nos muestra cómo, desde el principio de la creación, Cristo ha sido la razón y sustento de todas las cosas.
  3. Nos revela cómo el evangelio se provee de nosotros y de todo lo necesario para que la palabra se abra camino en la tierra.

Esta expresión del evangelio desvanece toda manera de entender el plan de Dios diseñado para y por los hombres, como muchos intentan presentar las propuestas de Dios gobernadas por el confort de los hombres. El Evangelio de Cristo no intenta convencer a las personas de acuerdo a sus propias expectativas de la vida, sino que habla del aspecto vivo de La Palabra que se moviliza usando todo lo necesario para expresarse.

En este sentido, podemos ver que Moisés fue quitado de su asignación por golpear la roca que proporcionaría el agua. Dios le había dicho que sólo hablara a la roca, pero él la golpeó. Se dejó gobernar por las actitudes de la nación y no por Cristo. ¿Qué era más importante? ¿La sed del pueblo? ¿La incredulidad del pueblo? ¿La murmuración? ¿Moisés? Era Cristo más importante que todo esto.

Números 20:7-13 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: (8) Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. (9) Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. (10) Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? (11) Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. (12) Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. (13) Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.

1 Corintios 10:4 dice: “…y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.

El Evangelio de Cristo revela que Él es más importante que mis necesidades terrenales y que todo en nosotros encuentra sentido en Él.

Colosenses 1:17 dice: “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten…”.

Colosenses 3:4 dice: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.

Pone al evangelio por encima de los hombres y no a los hombres por encima del evangelio.

Lucas 19:40 dice: “El, respondiendo, les dijo: Os digo que, si éstos callaran, las piedras clamarían”.

El Evangelio de Cristo nos revela que sufrir por causa del evangelio es en realidad un privilegio que nos es otorgado. No podemos hacer sufrir al evangelio para que nosotros estemos mejor o tranquilos en nuestra propia consciencia. Tampoco podemos adaptar el evangelio a nuestra propia justicia, acusando o condenando a los hombres, porque no somos nosotros quienes gobiernan el evangelio. El Evangelio de Cristo exige precisión y fidelidad.

Filipenses 4:3 dice: “Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”.

El evangelio de Cristo es aquella expresión que completa en nosotros la comprensión de que el plan de Dios no se consuma en las soluciones humanas y terrenales, ni se consume en nuestro confort y felicidad temporal. El evangelio se consuma en la complacencia misma del Padre y sus expectativas. Muchos son desechados de la obra del evangelio por no haber sido expuestos a esta expresión del evangelio. Muchos se han quedado sólo con el aspecto de su salvación y provisión, pero no han comprendido más allá de su propia humanidad y existencia.

Hechos 20:24 dice: Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

El Evangelio de Cristo nos lleva a entender que cuando Dios provee de bienes materiales a sus hijos, o hace milagros y prodigios en Su Iglesia, no lo hace para nuestro consumo personal. Nos permite observar que no somos nosotros quienes gobiernan el evangelio, sino que es el mismo evangelio el que se suple de hombres y mujeres para abrirse camino en la tierra y en el tiempo. Cuando recibimos algo de parte del Señor, es el mismo evangelio proveyéndose a sí mismo de lo necesario para permanecer y expresarse en la tierra. Aquellos que entienden este principio y permiten que gobierne en sus almas, serán contados como verdaderos colaboradores de este evangelio.

Si entendemos que el evangelio es Cristo mismo en nosotros y que Él es la razón misma de toda la creación, entonces sabremos que nada nos faltará de acuerdo a Su propósito.

El evangelio viene a transformar todo lo que hemos creído en nuestra humanidad. Nos lleva a saber que hemos sido tomados en Cristo desde antes de la fundación del mundo y que nuestra historia no comienza por voluntad humana.

  1. Romanos 15:19 dice: “…con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que, desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.
  2. Romanos 15:29 dice: “Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.
  3. 1 Corintios 9:12 dice: “Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.
  4. 1 Corintios 9:18-19 dice: “¿Cuál, pues, es mi galardón? Que, predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio. 19 Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número.
  5. 2 Corintios 2:12-13 dice: “Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, 13 no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
  6. 2 Corintios 9:12-14 dice: “Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 13 pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; 14 asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.
  7. 2 Corintios 10:14-16 dice: “Porque no nos hemos extralimitado, como si no llegásemos hasta vosotros, pues fuimos los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo. 15 No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla; 16 y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado.
  8. Gálatas 1:6-10 dice: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. 10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
  9. 1 Tesalonicenses 3:1-3 dice: “Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos solos en Atenas, 2 y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe, 3 a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos.

Sabemos que el evangelio procura ser anunciado, pero por sobre todas las cosas busca ser encarnado y manifestado en hombres y mujeres maduros que pueden expresar la naturaleza de Dios al mundo.

Esto abre la posibilidad de que, anunciando bien el evangelio, nuestras conductas vengan a ser contrarias a nuestro anuncio. Es por eso que el apóstol Pablo prefirió no abusar de su derecho (aquel que le permite vivir del evangelio y ser suplido por aquellos que reciben la palabra), con tal de no poner tropiezo al evangelio. ¿Cuál podría ser el tropiezo interpuesto al evangelio? Si no es presentado gratuitamente, se distorsiona su entendimiento. Por un lado, la certeza del precio pagado por nuestro rescate en la cruz y por otro lado el entendimiento de que no somos nosotros quienes financiamos o hacemos posible el establecimiento del evangelio, sino que éste se sustenta y abre camino.

Colosenses 1:16-17 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (17) Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

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