EL POR QUÉ DE SER DISCÍPULOS

Lucas 6:40 Un discípulo no está por encima de su maestro; pero todo discípulo, después de que se ha perfeccionado, será como su maestro.

El discipulado espiritual es un camino a la madurez verdadera, que en la biblia es equivalente a la perfección. El discipulado espiritual es el camino para alcanzar la medida de Cristo, es un medio para llegar a la expresión de la naturaleza de Dios en nosotros mismos.

Y es importante que considere las siguientes preguntas:

  1. ¿Por qué desea usted madurar?
  2. ¿Por qué tiene usted la intención de ser discipulado?

Si la respuesta es: “quiero que mi vida cambie y que me vaya bien en todo lo que emprenda”, entonces debe entender que este no es el camino que debe tomar. Hay muchas maneras de obtener resultados personales mejorados, sin la necesidad de estar expuestos a un discipulado espiritual.

El discipulado verdadero no tiene como objetivos:

  1. Mejorar su calidad de vida (emocional, material, etc.).
  2. Cambiar su matrimonio.
  3. Cambiar su familia.
  4. Llevarlo a mayores niveles de éxito profesional.
  5. Mejorar sus finanzas personales.
  6. Alcanzar sus sueños.

Eventualmente algunas de esas cosas pueden suceder en el camino de un discípulo, pero ninguna de esas cosas son el objetivo.

Un ejemplo: En las agencias de autos suelen tener una sala de recepción donde ofrecen café, bebidas frescas, sillones cómodos y aire acondicionado. Un día caluroso de verano usted pudiera estar deseando esas comodidades. “No estaría nada mal en este momento un tiempo en el sillón, con aire acondicionado y alguien que me ofrezca una bebida”. Sin embargo, nunca tomaría usted la decisión de comprar un automóvil, sólo para poder tener un momento de aire acondicionado en la sala de la agencia. Es decir, el costo es demasiado alto para el beneficio que se busca.

Si el beneficio que usted busca se encuadra dentro de las seis opciones anteriores, le animo en este momento a replantear este camino, ya que no es ninguno de los objetivos que buscará el verdadero discipulado.

Veamos la aplicación de este principio en las palabras de Jesús:

Mateo 10:39 dice: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.

Podríamos replantear la enseñanza que Jesús da aquí, diciendo que el cumple los objetivos terrenales de su vida, como los planteados anteriormente, terminará perdiendo el sentido mismo de su vida.

¿CUÁL ES EL VERDADERO OBJETIVO DEL DISCIPULADO?

Para responder esta pregunta, veamos el siguiente pasaje previamente:

Juan 15:1-9 dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (2) Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. (3) Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. (4) Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. (5) Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (6) El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. (7) Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. (8) En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. (9) Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor”.

El verdadero discipulado tiene por objetivo dar fruto, dicho de otra manera: DARLE AL PADRE LO QUE ÉL ESPERA.

  • El llamado a ser discípulos responde directamente a la vida espiritual y sus objetivos nos llevan principalmente a las riquezas eternas.
  • El evangelio de Jesucristo nos provee PRIMARIAMENTE Vida Eterna, por causa de la muerte de Jesucristo en la Cruz y por Su Gracia. Esa vida eterna es el asunto central del discipulado.
  • Nuestra vida natural y temporal sólo será atendida en función de la vida de Cristo y todo recurso será provisto por causa de esa vida creciendo y avanzando en nosotros. (ver Juan 12:8; Mateo 6:25-34)

Es importante notar que una de las consecuencias de dar fruto es la limpieza.

Jn 15:2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

¿Por qué el Padre nos limpiará? Respuesta: Porque hemos dado un fruto. ¿Para qué seremos limpiados por el Padre? Respuesta: Para que demos más frutos. ¿Para quién son esos frutos? Respuesta: Para el Padre, quién es el labrador.

Esa limpieza no tiene que ver con los pecados solamente, sino que está pensada en nuestra productividad espiritual. No sólo debemos ser limpiados de los vestigios del viejo hombre, sus vicios y pecados; también debemos ser limpios de pensamientos que ocupan un lugar y que son improductivos. Ser limpios es recibir del Padre la capacidad de disponer tiempo, recursos y personas para que nuestra vida se vuelva más productiva en las cosas eternas.

¿POR QUÉ LA MADUREZ ESPIRITUAL DE LOS HIJOS ES TAN IMPORTANTE?

Porque es nuestra madurez (nuestras vidas dando frutos de la naturaleza de Dios en nosotros) lo único que provee al Padre de Su Esperanza, Su Expectativa.

Efesios 1:17-18 dice: “…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, (18) alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos…”. (Se recomienda la lectura detenida de Efesios 1:15-23)

Filipenses 3:12 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”.

Cuando el objetivo del evangelio se limita a la salvación de las almas, la única esperanza que se ve provista, es la de los hombres. En la madurez de los santos se perfecciona el evangelio, por causa de la provisión de la Esperanza del Padre.

Rom 8:24-25 Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo.  (25)  Pero, si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza).

Efe 1:4 Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos.

CONCLUSIONES

Si hemos seguido detenidamente las expresiones anteriores, podemos arribar a algunas conclusiones importantes:

  • No es nuestra alma la que quiere alcanzar madurez. Hablando humanamente, es importante tener una posición de verdadera humildad delante de Dios para comenzar un camino de discipulado verdadero, confesando desde nuestra naturaleza humana: “En realidad no quiero madurar”. Pero sí podemos reconocer, a la vez, la pasión del espíritu y su verdadera hambre por madurez, y rendirnos a esa realidad.

Efe 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

  • El verdadero interesado en nuestra madurez es Dios.

Isa 55:8-11 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. (9) Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (10) Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, (11) así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

  • El verdadero encargado de nuestra madurez es el Espíritu Santo.

Gál 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

  • Nuestra acción diaria: clamar porque nuestros ojos sean abiertos, que seamos despertados de todo sueño de la vida natural, para poder ver las cosas verdaderas producirse en nuestra alma, mente y corazón.
    • Orar para que la vida de Cristo inunde y transforme nuestros afectos.

Efesios 3:16-17 dice: “…para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; (17) para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor…”.

  • Estar atentos a la palabra de Dios.

2 Pedro 1:19 dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones…”.

  • Clamar por el incremento de nuestra madurez.

Proverbios 4:18 dice: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”

  • Estar atentos, y no dejarnos distraer por aquello que puede nublar nuestra visión espiritual.

1 Tesalonicenses 5:5-6 dice: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. (6) Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”.

  • Vivir según la nueva naturaleza que nos fue dada en Cristo.

Efesios 5:8-10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (9) (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), (10) comprobando lo que es agradable al Señor”.

REFLEXIÓN

Antes de aceptar un verdadero desafío de discipulado se deben reconocer estas dos realidades:

  1. El viejo hombre y el alma en sus viejas estructuras de pensamiento, no anhela la verdadera madurez, sino que sólo busca los cambios superficiales para alcanzar beneficios personales.
  2. Mi espíritu clama por la madurez, gime por el alimento espiritual. Es la vida espiritual que habita en mí, la que debe atravesar todo obstáculo hasta expresar el fruto por el cual ha sido puesto allí.

Tome un momento de meditación y piense nuevamente la respuesta: ¿Por qué desea usted ser discipulado?

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