GRATITUD

Efesios 5:20 dice: “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

La gratitud es aquella virtud que provoca en nosotros respuestas coherentes a los beneficios que recibimos de Dios y de quienes nos rodean. Esta virtud nos permite también ser receptores de beneficios espirituales y materiales, manteniendo la humildad y la sencillez que nos hacen confiables.

1 Tesalonicenses 5:18 dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”

La gratitud es una realidad en la vida espiritual, en la naturaleza de Dios en nosotros. En esa realidad eterna, vivimos en y por la Gracia de Dios. Reconocer en nosotros esa realidad es la fuente de virtud que necesitamos para que nuestro corazón y pensamientos sean revestidos de gratitud cada día.

Esta virtud desarraiga del alma todo vestigio de queja e insatisfacción, los cuales pertenecen a las estructuras del viejo hombre.

La gratitud es una virtud que tiene el poder de mantenernos enfocados, sabiendo que de Dios recibimos todas las cosas, aún cuando llegan a nosotros los bienes por medio de personas. Esta virtud nos mantiene anhelando lo verdadero y eterno, administrando las cosas temporales, materiales y terrenales con gozo y sencillez. Nos mantiene enfocados en el gozo espiritual, aún cuando pudiéramos atravesar por momentos de estrechez o adversidades.

PRINCIPIOS BÍBLICOS QUE NOS PROVOCAN A LA GRATITUD

El evangelio anuncia a nuestras almas los beneficios que hemos recibido por la gracia de Dios y deberían de despertar gratitud continua en nuestros corazones.

Colosenses 1:12 dice: “con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; …”

Y el resultado del alma que recibe el anuncio del beneficio de la herencia de la que es participante es la gratitud, responde dando gracias al Padre.

Hemos sido salvados por la Gracia de Dios. Nada pudimos hacer para alcanzar esa salvación.

Hemos sido llamados por Dios y escogidos por Él, no por nuestras capacidades o competencias, sino sólo por Su Gracia.

En la Gracia de Dios, no sólo recibimos el perdón de pecados, sino también somos santificados y hechos libres del pecado.

En la Gracia de Dios, tenemos acceso a riquezas espirituales y sabiduría para nuestra carrera terrenal.

Somos depositarios de los cuidados de Dios, para que nuestra atención esté siempre puesta en Sus negocios.

Santiago 1:17-18 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. (18) El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Todo lo espiritual viene de Dios, todo nos fue dado por gracia, fue Dios quien nos hizo nacer, quien nos ha dado dones y quien nos ha dado a Cristo, ¿cómo no vivir agradecidos?

La gratitud, como virtud espiritual, se añade a nuestras vidas en la medida que hacemos memoria de los beneficios espirituales y eternos que recibimos en Cristo. Es un ejercicio de memoria.

LA GRATITUD Y LOS VÍNCULOS

La gratitud es una virtud espiritual que fortalece los vínculos espirituales. Reconocer la obra de Dios en nuestros hermanos, es una alabanza a Dios que no puede faltar en nuestros labios.

Poner la mirada en los errores y falencias de quienes nos rodean es el resultado de una mente carnal y natural. La vida espiritual despierta en nosotros los sentidos espirituales, los cuales nos permiten reconocer el camino de Dios en el corazón de nuestros hermanos.

¿Qué valor tiene para nosotros el amor y la fe genuina que expresan nuestros hermanos? Si algo de Cristo se expresa en ellos, entonces debemos agradecer al Señor y reconocerlo.

1 Tesalonicenses 1:2 dice: “Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones…”.

1 Tesalonicenses 2:13 dice: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”

El motivo de la gratitud del apóstol Pablo hacia Dios consistía en que ellos no lo habían oído a él, sino a Dios a través de él, motivándoles de esta manera a mantener su atención en Dios. Ese comportamiento sólo puede deberse a la obra del Espíritu Santo en sus corazones, y eso es razón de gratitud.

2 Tesalonicenses 1:3 dice: “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás;”

El apóstol Pablo considera la gratitud hacia Dios por los hermanos, no solo como un privilegio sino como un deber, dado que ellos estaban creciendo y avanzando hacia la madurez. Esta gratitud es parte de nuestra dignidad espiritual.

2 Corintios 4:15 dice: “Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que, abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.”

La acción de gracias glorifica a Dios porque es el reconocimiento de su bondad y de su grandeza.

CÓMO AÑADIR GRATITUD A NUESTRAS VIDAS

Debemos incluir expresiones de gratitud hacia Dios en nuestra vida de oración.

1 Timoteo 2:1 dice: “Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; …”

Colosenses 4:2 dice: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; …”

Así mismo, nuestra fe es confirmada cuando abundamos en gratitud para con Dios, enfocándonos en lo que ya hemos recibido en Él.

Colosenses 2:7 dice: “arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.”

Parte de vivir para Dios es vivir es entrenarnos en hacer todo en el nombre de Jesús, con gratitud al Padre por su gracia en Cristo.

Colosenses 3:17 dice: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.”

Por último, la palabra nos aconseja sustituir el afán por la gratitud en nuestro tiempo de oración.

Filipenses 4:6 dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”

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