JUSTICIA PARTE 2

LA JUSTICIA Y LA RAZÓN

La justicia como órgano del alma es aquella estructura que produce decisiones desde lo más profundo del corazón humano. Se forma con coyunturas y ligamentos, conexiones internas que producen razonamientos personales. Esos razonamientos pueden ser totalmente diferente de persona a persona, pero son siempre coherentes a la justicia individual que se ha formado en el alma de cada uno.

La justicia humana es un productor de razones y de razonamientos. Allí se define lo que está bien y está mal. Allí se justifican las reacciones y decisiones tomadas y se proyectan los caminos del hombre.    

Proverbios 3:30-31 dice: “No tengas pleito con nadie sin razón, Si no te han hecho agravio. (31) No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos”.

En este pasaje vemos como se entrelazan el pleito, sinónimo de juicio con la razón, pues el alma busca razones para entrar en juicio, aun cuando la razón no es justificable cuando se analiza desde el ámbito del Espíritu.

Proverbios 11:22-24 dice: “Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de razón. (23) El deseo de los justos es solamente el bien; mas la esperanza de los impíos es el enojo. (24) Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza”.

Estos versos nuevamente nos muestran esa relación entre razones, justicia, deseos y acciones, pues el sistema de justicia del alma humana se basa en conceptos e ideas, dado que desde que el hombre comió del fruto del bien y del mal empezó a producir su propia justicia.

El detalle es que toda justicia human es ilimitada para obedecer a Dios, e incapaz de someterse a la naturaleza divina.

El problema del ser humano es que en cada uno funciona su propio sistema de justicia personal proveniente de sus ideas propias, por eso no se ha logrado ni se podrán lograr las transformaciones de las sociedades, porque todos operan en diferentes sistema de justicia.

Solamente por el Espíritu podemos estar conectados con un mismo sistema de justicia, el de Dios.

Jesús confrontó los sistemas de justicia humana de manera, que desde los razonamientos humanos no tiene coherencia lo que Jesús está diciendo, porque la justicia que enseña Cristo no se mide por lo que nos hacen, sino por la manera en que respondemos a los que nos hacen. La justicia que Jesús enseña consiste en ser gobernados por algo mucho más alto de lo que gobierna a los hombres.

Mateo 5:21-22 dice: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. (22) Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”.

Jesús elevó el parámetro de justicia, diciendo que el mandamiento no se rompía solo con el acto físico de matar, sino que humillar y tratar con odio a un hermano consistía en la transgresión del mandamiento. La justicia que Jesús enseñaba no se basaba en la prohibición a matar, sino en la necesidad de vivir desde una naturaleza de amor y dominio propio.

Mateo 5:27-28 dice: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. (28) Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”.

Jesús elevó de nuevo el parámetro de justicia al afirmar que la codicia y la lujuria conllevaban la transgresión del mandamiento, pero en la justicia que Cristo proponía el corazón no sería gobernado por los deseos de una naturaleza pecaminosa.

Mateo 5:38-39 dice: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. (39) Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”;

Jesús eliminó la venganza del sistema de justicia que estaba enseñando, por el contrario, enseñó el perdón y la respuesta blanda ante la maldad.

En Mateo 5:43-44 dijo: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. (44) Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”;

A ellos les parecía coherente aborrecer a un enemigo, porque eso trae beneficios al alma en términos de ser victorioso a niveles humanos. Pero la justicia que propone Cristo es más alta que los sistemas humanos, y para poder operar en ella, el corazón debe renunciar a los antiguos sistemas de justicia.

Jesús estableció como base de la justicia el amor al prójimo, un amor que fuera evidente en las oraciones y en los actos de bondad hacia los enemigos, pues la justicia de Dios no se produce sentenciando y vengándose, sino aceptando que la justicia de Dios no puede mezclarse con nuestros sistemas personales.

Mateo 5:20 dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.

La gente entendía por justicia la manera de vivir de los escribas y los fariseos, y en ese tiempo existía un dicho popular que si solo dos personas tuvieran entrada al cielo, serían un escriba y un fariseo, por lo que estás palabras que expresó Jesús habrán sonado muy chocantes a los oídos de los oyentes, pero la intención de Jesús era mostrarles que los más elevados niveles de justicia humana no son suficientes pues se queda muy cortos e ilimitados ante la verdadera justicia divina, y no alcanzan para entrar al reino de los cielos.

Revestir el alma con Justicia permite experimentar la transformación de Cristo en nuestras almas en los aspectos más profundos.

Todo razonamiento humano es débil y limitado por su corta visión. Es por eso que los razonamientos fuera de la vida espiritual siempre serán estructuras que defienden tinieblas e ignorancia. Someternos a la Luz de Dios es llevar a nuestras almas a reconocer sus limitaciones y soltar sus viejas estructuras de justicia personal.

LA AUTO-JUSTIFICACIÓN Y LA AUTO-CONDENA

La justicia personal es un sistema que pone en equilibrio dos fuerzas en el alma: la auto-justificación y la auto-condena. Ambas fuerzas que operan en el corazón responden a un mismo fundamento: la justicia humana. Aunque parecen antagónicas pertenecen a un mismo sistema (como un ecosistema que produce un mismo fruto). El orgullo opera en ambos sentidos y el pecado encuentra poder en ambas conductas. Es por eso que la Gracia nos libra de la auto-justificación y también de la auto-condena, de manera tal que podamos vivir en la Justicia que es en Cristo Jesús, en Su Gracia, hasta producir fruto de esa naturaleza, por eso no hay nada más valioso que revestirnos de la naturaleza de Cristo.

0 comentarios en “JUSTICIA PARTE 2”

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *