LA MADUREZ Y EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Habiendo aceptado que la madurez espiritual es un objetivo que El Evangelio buscará en nosotros y conecta directamente con el corazón del Padre, es bueno detenernos a meditar en esta gran pregunta: ¿A qué llama Dios madurez?

Debemos despojarnos de todo concepto humano o simplista que no nos permita arribar a la verdad de este asunto. Si el parámetro de madurez estuviera equivocado, entonces no podemos esperar alcanzarla verdaderamente.

EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Madurez es darle a Dios frutos de la vida que Él nos ha entregado.

Gálatas 5:22-25 dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”

Efesios 5:8-10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (9) (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), (10) comprobando lo que es agradable al Señor.”

Mateo 7:15-17 dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (16) Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (17) Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.”

Juan 15:8 dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.

La madurez espiritual es la expresión del fruto del Espíritu. Un fruto es una acción, palabra, pensamiento, decisión, reacción, gesto o emoción cuyo origen y alimento proviene de la vida espiritual que nos fue otorgada en Cristo Jesús.

Cuando una acción sólo puede ser explicada por la vida de Cristo en una persona, eso es un fruto del espíritu. No puede haber fruto del espíritu sin expresiones visibles y tangibles. Un fruto es la naturaleza de Dios espiritual atravesando el alma y expresándose al mundo. Es la conexión más directa y clara de una realidad eterna encontrando lugar en el tiempo y el espacio.

Un fruto espiritual es una sustancia del Reino de Dios, expresada al mundo.

LAS FALSAS FORMAS HUMANAS DEL FRUTO

Sobre cada una de las expresiones que el apóstol Pablo utiliza para describir al fruto del Espíritu, hay un paralelo humano y natural. Observe lo siguiente: el hombre tiene una forma humana de amar (aún si no conociera o creyera en Dios). Las personas pueden gozarse o alegrarse por muchas razones o circunstancias, aún sin vida espiritual.

Piense por un momento en todas las falsas versiones humanas del fruto:

  1. Amor: relaciones románticas, amistades, vínculos familiares, etc.
  2. Gozo: cuando una persona recibe una buena noticia, un regalo, un negocio que tiene éxito, momentos de diversión…
  3. Paz: Aquella que puede alcanzarse por medios humanos, como la meditación, tiempos de soledad y descanso, comodidad financiera, niveles de seguridad humanos, etc.
  4. Paciencia, mansedumbre y templanza: Producto del carácter humano, por experiencias de la vida, por interés personal o por afectos naturales.
  5. Benignidad y bondad: expresiones del bien humano que se encuentran en el ser humano, aún sin Dios.
  6. Fe: aquella que opera en los hombres para creer lo que no ven, pero que no siempre les lleva a conectar con el evangelio, sino con sus propias expectativas naturales. También la capacidad de tener visiones personales y proyectos para llevarlos luego a su concreción.

De hecho, tenemos estas palabras en nuestro vocabulario porque existen realidad humanas y naturales que le dan lugar. Sin embargo, debemos entender que la naturaleza, potencia y gloria de un fruto espiritual no tienen paralelo alguno con aquellas expresiones humanas. Podemos llamarlas igual, pero no tienen nada que ver una con otra.

Por decirlo de alguna manera: “nada tienen que ver el amor con El Amor”. Se llaman igual pero no son lo mismo. Para que un fruto sea Espiritual y Verdadero, debe responder a la naturaleza de Dios en una persona, su origen y alimento debe ser la vida espiritual.

Por ejemplo: si una acción de amor puede explicarse externa al Espíritu, no es un fruto del Espíritu.

Mateo 5:43-48 dice: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.  (44)  Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;  (45)  para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.  (46)  Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?  (47)  Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?  (48)  Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

CUADRO COMPARATIVO DEL FRUTO DEL ESPÍRITU Y SUS PARALELOS HUMANOS

Amor humano: Aquel que busca su propio beneficio y placer. Abre puertas a todo tipo de cosas buenas, pero también malas que mantienen al hombre en distracción para no ver el amor verdadero. Hace acepción de personas, porque se alimenta de lo que hay en otros. Responde al fruto del bien y el mal. Amor Espiritual: Es la expresión perfecta de la naturaleza de Dios. Es una expresión que responde directamente a la obediencia a Dios y no se alimenta de ninguna acción humana, circunstancia o situación natural. No hace acepción de persona. Sólo produce bien, reconciliación y provocación a la vida verdadera.
Gozo humano: emociones y pensamientos que se conectan al placer personal, al alcance de metas personales, etc. Por ejemplo, cuando somos honrados y reconocidos por hombres; cuando obtenemos bienes materiales. El gozo natural se alimenta de palabras o experiencias materiales y temporales. Gozo Espiritual: Es la posición asumida por las realidades espirituales y eternas. El alma se somete a la grandeza e importancia de lo eterno, menospreciando lo temporal y terrenal. El gozo de la salvación, o de la participación en el propósito eterno de Dios, puede estar presente aún cuando las circunstancias externas sean absolutamente adversas.
Paz humana: La que provee la seguridad o estabilidad de la vida material o por métodos no espirituales. Se alimenta de palabras o experiencias externas. El aislamiento de personas, la elusión a los problemas, la meditación que no conecta con cosas verdaderas y eternas. Paz Espiritual: Aquella que proviene del reposo espiritual y la seguridad de la vida espiritual. Puede expresarse aún cuando las circunstancias externas sean amenazantes. Las presiones externas no afectan la paz verdadera. El fruto de paz se vive y expresa en el alma, cuando puede permanecer en firmeza a pesar de las tormentas y tribulaciones externas.
Paciencia, mansedumbre y templanza humana: Aquellas expresiones del carácter externas o de apariencia resultado de un aprendizaje humano y por conveniencia personal. Generalmente se asocia a pasividad o a posiciones externas, pero que producen una acumulación de asuntos irresueltos que afectan la mente y el cuerpo. Paciencia, mansedumbre y templanza Espiritual: Es el resultado de un alma instruida por la vida del Espíritu. Es la capacidad de persistencia y acción, aún cuando las respuesta de las personas pueden ser contrarias. Se evidencia generalmente cuando lo externo es cambiante y amenazador, mostrando una posición estable y persistente en el tiempo.
Benignidad y bondad humana: Resultado del fruto del bien y el mal. Aquella bondad natural como instinto en determinadas personas. Muchas veces tiene que ver con una bondad que produce un beneficio personal. Se asocia a acciones que afectan a la conciencia y el “deber ser”, pero no alcanza a ser la expresión del bien de Dios. Benignidad y bondad Espiritual: Son expresiones y acciones que se producen sin la dependencia de experiencias de bien anteriores o posteriores. Un apersona que opera en bondad espiritual no necesita que otras personas sean bondadosas con sí mismo. Por ejemplo, amar a un enemigo, bendecir al que maldice, ofrecer la otra mejilla a quien golpea. El único alimento de esa acción de bondad es la instrucción de la vida espiritual en el hijo de Dios.
Fe humana: La capacidad de creer sin ver. Una forma de expectativa en cosas que pueden venir en el futuro, pero cuyo beneficio es personal y temporal. No conecta con asuntos de valor eterno. También provoca a las personas a la vida religiosa. Fe Espiritual: Es la expresión de un don de Dios que vincula el alma y el cuerpo a realidades espirituales y eternas. La fe como fruto espiritual se expresa primariamente para creen en el evangelio de Jesucristo y a partir de allí para permitirnos ver a Cristo como naturaleza perfecta en nosotros, hasta la madurez completa (la certeza de lo que se espera). Ver Hebreos 10 y 11. 

La oposición al amor espiritual no es el odio o el rencor, sino el amor humano y natural. Desde el momento en que un hijo de Dios comienza a conocer las expresiones del fruto del espíritu, los paralelos humanos comienzan a ser entendidos como falsos. El amor humano no es otra cosa que un amor falso, una imitación, un embalaje vacío, una publicidad engañosa.

REFLEXIÓN

En base a lo anterior, hagámonos la pregunta: ¿qué se opone al fruto del espíritu?

La respuesta obvio según la Escritura es que lo que se opone al fruto del Espíritu es el fruto de la carne, pero a veces cometemos el error de pensar que solo en el lado malo del fruto de la carne, cuando la carne también da un fruto que aparenta ser bueno: el amor humano, la bondad natural, la paz personal que se vive por circunstancias favorables, la fe que busca el beneficio propio, la justicia aparente externa, etc.

2 Corintios 11:14-15 Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz. (15) Por tanto, no es de sorprender que sus servidores también se disfracen como servidores de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.

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