LA VIDA COMO PROFESIÓN

El verdadero evangelio nos provoca a ser verdaderos profesionales de la Vida misma. De hecho, no se adapta a aquellos que están tan saturados de profesiones humanas, que sólo dejan las sobras de sus vidas para Dios. Pero si hacemos de la vida nuestra profesión y del evangelio la fuente de sabiduría, competencias, herramientas y tecnología, entonces esa vida absorberá toda ocupación en nosotros.

Heb 4:14-16 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. (15) Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (16) Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

NUESTRA PROFESIÓN:

En hebreo pofesión: ὁμολογία
jomología
de lo mismo que G3670; reconocimiento: profesar, profesión.
Poviene de:

1- ὁμοῦ
jomoú
genitivo de ὁμός jomós, (el mismo; afín a G260) como adverbio; en el mismo lugar o tiempo: juntos.

2- λόγος
lógos
de G3004; algo dicho (incluído el pensamiento) ; por implicación tema (sujeto del discurso), también razonamiento (facultad mental) o motivo; por extensión cálculo; específicamente (con el artículo en Juan) la Expresión Divina (i.e. Cristo) : noticia, palabra, plática, pleito, predicar, pregunta, propuesta, razón, sentencia, tratado, verbo, arreglar, asunto, cosa, cuenta, decir, derecho, dicho, discurso, doctrina, evangelio, exhortar, fama, frase, hablar, hecho, mensaje.

Nuestra profesión es aquello a lo que nos dedicamos a pofresar. El escritor a los hebreos dedica gran parte de su carta a exponer la importancia que tiene comprender nuestra profesión. Esa profesión no se debe ver afectada por nuestras circunstancias humanas y naturales. Tampoco nuestras debilidades o fortalezas deben afectarla. Estamos en camino a manifestar la perfección que nos fué dada en Cristo. Mientras tanto, mantenemos una profesión espiritual. La palabra que se establece cuando estamos juntos. La palabra que nos mantiene en la misma posición. La palabra es nuestra profesión. El reunirnos en Cristo es nuestra profesión.

Si hacemos de nuestra madurez espiritual nuestra verdadera profesión, entonces no faltarán recursos, fuerza y tiempo para el resto de nuestros compromisos. Dejemos que nuestra profesión espiritual lo absorba todo. Dejemos de lado la visión amateur de las cosas espirituales y veremos el respaldo del cielo sobre nuestras vidas.

Dato curioso: de la palabra profesión en hebreo, también proviene la palabra “homologar”. Seremos respaldado por aquel de quien proviene nuestra profesión.

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Abel Ballistreri

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