LLEVADOS AL FUNDAMENTO EN CRISTO. Parte 3 (Quitados de las apariencias)

Cuando el evangelio se pierde en un corazón que permite la mezcla o la idolatría, comienzan a verse todo tipo de consecuencias negativas. El mismo apóstol Pablo debe hablarles a los gálatas sobre las obras de la carne y la diferencia con el fruto del Espíritu, aún cuando ellos mismos habían sido expuestos al evangelio de verdad. La consecuencia de la inmadurez produce personas queriendo edificar una vida espiritual, pero en los fundamentos incorrectos. Veo en mi generación muchos cristianos que llevan una vida de apariencia y otra realidad en lo íntimo, comenzando con lo que se vive en el interior, continuando con el hogar puertas adentro y en la vida cotidiana.

No podemos menospreciar el poder de las apariencias, ya que es uno de los fundamentos sobre el cual el mundo está construido. Ese fundamento buscará traernos una y otra vez, provocándonos a crear una realidad aparente ostentosa, pero que se vuelve vana y está dispuesta a ser destruida.

2 Corintios 5:12 dice: “No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón”.

La Gracia de Dios nunca nos lleva a crear una realidad aparente y superficial, sino que es un fundamento firme que nos permite edificar cosas verdaderas en todos los aspectos de nuestras vidas. Muchos son los que usan argumentos con sonidos de gracia, pero que no responden a la verdadera sustancia de la Gracia. Usan de argumentos bíblicos para justificar su propia condición y permanecer en ignorancia. Tenga cuidado de todo pensamiento, filosofía o argumento que no lo provoque a usted a levantarse y correr hacia la meta propuesta por Dios y la transformación de su propia alma. Eso sí es posible por causa del poder de la Gracia de Dios.

Mateo 6:1-5 dice: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.  (2)  Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.  (3)  Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,  (4)  para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.  (5)  Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.

Debes saber que estás edificando una vida con todas sus palabras, pensamientos, determinaciones, acciones, proyectos, reuniones, etc. ¿Cuál es el origen de esas acciones? ¿Hay demasiadas acciones y determinaciones tomadas por causa de una apariencia? ¡Huye de allí! Deja llevar tu alma a las verdades eternas, a las realidades en Cristo edificadas en el alma por la nueva vida espiritual.

Sobre estas cosas podemos establecer un consejo:

  1. No gastes fuerzas en convencer a otros de lo que eres, sino gasta de lo tuyo para conocer quién tu eres según Dios y en entender cómo es el camino para manifestar esa verdad.
  2. No te excuses ni te expliques. Si alguien te acusa, humíllate y considera si algo hay en lo que puedas ser corregido. Pero nunca comas del plato de los hombres, sino busca comer del plato que Dios nos ofrece. La comida que Dios nos ofrece muchas veces contiene exhortación y eso puede ser amargo para el alma. Como aquel plato que Dios preparó para Israel al salir de Egipto: una comida con hierbas amargas. Pero siempre la amargura que es según Dios nos prepara para el regocijo y la alegría.
  3. Si la vida te lleva a una posición de humillación ante otras personas, redobla la apuesta: Humíllate el doble de lo que la vida te pide que te humilles. Si alguna vez, sea por tu equivocación o debilidad, o sea por injusticias, te vieras en la posibilidad de ser humillado, no te levantes a defenderte con enojo y soberbia, sino humíllate más de lo que se espera de ti. Entonces conocerás al defensor que Dios a puesto a tu favor.
  4. Siempre que tengas que humillarte, no lo hagas para que otras personas piensen que eres humilde. Humíllate delante de los hombres, pero hazlo como siendo visto por Dios.
  5. Cuando alguien habla mal de ti, gózate. Utiliza esa oportunidad para hacerle saber a tu alma que lo que estás edificando en nada depende de las apariencias, sino que buscas lo verdadero. Cuando una persona se determina a edificar una vida en verdad, es de esperarse que la mentira se levante para atacar.
  6. Cuídate todos los días del espíritu del mundo que busca llevar a las personas a vivir lo “aparente” como mayor realidad que lo vivido en el ser interior. Las redes sociales tienen ese peligro: “si no lo publico, entonces parece que no lo he vivido”. Piense en aquella persona que tiene la oportunidad de vivir un momento excepcional con su familia, conocer un paisaje hermoso, tener una experiencia especial, e interrumpe eso para sacar una foto pensando en las redes sociales y en cuántos la podrán ver. Huya de allí: del vacío de edificar una vida de apariencias. He podido ver estas incoherencias: familias que se desmoronan en un momento, pero sus redes sociales están llenas de fotos con la familia y comentarios que no son coherentes con lo que han vivido en realidad.

El Espíritu Santo nos llevará día a día a salir del fundamento de las apariencias. No podremos edificar absolutamente nada relevante sobre este cimiento. Todo lo que hacemos en esa dirección es vano y está sólo creciendo para caer más fuerte. Pero debemos dar gracias a Dios por Su Espíritu, que escudriña corazones y conoce las intenciones de los hombres. Él nos examina para provocarnos a la verdad y no para condenarnos. ¿Debes renunciar a muchas cosas para salir de las apariencias? Es un precio demasiado bajo si entiendes lo que Dios te quiere llevar a edificar. No es un precio a pagar, sino más bien como la acción de desechar aquello que ocupa un lugar que ya no debe ocupar. Así comienzan muchos de los pasos de transformación que Dios produce en nuestras almas: teniendo como basura algunas cosas que hasta ahora era considerado valioso en nuestra forma de ver y pensar.  

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