SENSIBILIDAD Y MISERICORDIA

La sensibilidad como virtud espiritual nos permite reformar nuestra capacidad de percepción, para expresar más y más la naturaleza del amor de Dios a otros.

La sensibilidad nos conduce a la madurez espiritual, reformando el valor y la importancia de los hechos que nos rodean, llevándonos a prestar más atención a lo que es relevante para Dios y dejando de lado lo que no debería distraernos. La vida en la carne produce que nuestra mente sólo preste atención (sea sensible) a aquellas cosas que son de interés propio, privado y personal. Cuando revestimos nuestras almas del nuevo hombre, los sentidos son encausados a un nuevo diseño y la mente se dispone a servir a la vida espiritual. Uno de los aspectos de esa transformación del alma es la sensibilidad a aquellas cosas que nos rodean día a día y pueden marcar el rumbo correcto para nuestro llamado en Dios. Muchos sucesos y personas que en otro tiempo no hubiéramos prestado atención, comienzan a ser relevantes; como así también, situaciones que en otro tiempo nos habrían quitado toda nuestra atención, dejan de ser relevantes.

Una palabra bíblica asociada a la sensibilidad es la misericordia. La palabra griega eúsplanjnos se compone de eu (bueno, bien) y splánjnon (brazo o intestino). Tiene que ver con la fuente de afectos internos que producen sensibilidad y compasión.

1 Pedro 3:8 dice: “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables…”

LA PERCEPCIÓN

La percepción es la forma en la que el cerebro interpreta las sensaciones que recibe a través de los sentidos para formar una impresión inconsciente o consciente (si se le puede aplicar discernimiento) de la realidad física de su entorno. También denominado como el proceso constructivo por el que organizamos las sensaciones y captamos conjuntos o formas dotadas de sentido. (Collins Discovery Encyclopedia).

El proceso de percepción comienza con la recepción de información proveniente de los sentidos. Esa información es ordenada por el cerebro y procesada de manera tal que obtengamos una lectura de la realidad circundante. En el proceso de percibir, no sólo interviene la información objetiva de los sentidos, sino que es procesada, filtrada y mezclada con información interna: recuerdos, cultura, intereses, objetivos, intenciones, emociones, etc.

  1. Importancia o relevancia: la percepción determina qué objetos, sujetos o sucesos son relevantes. Por ejemplo, si dos personas entran en una casa desconocida, la atención de cada persona será capturada por diferentes elementos. Aunque la casa es la misma, la percepción es individual y personal.
  2. Significado. En el proceso de percepción se imprimen los primeros juicios de valor en cuanto al significado de lo que reciben nuestros sentidos. ¿Alguna vez le han expresado palabras que le dañaron? En realidad el sonido de las palabras no produce daño, sino el significado que nuestra alma le otorga a esas palabras. Quizá las mismas palabras dichas por otra persona tengan diferente percepción. Es en ese sentido que el daño no sólo lo produce quien habla, sino nuestra propia estructura de percepción que le ha dado importancia y significado.

El evangelio nunca prometerá una transformación de circunstancias externas a nuestro favor, sino que procurará nuestra transformación y libertad interior:

Lucas 6:22-23 dice: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. (23) Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas”.

¿Qué cambio propone Jesús al anunciar el evangelio? ¿Acaso propone quitar a quiénes nos vituperan? La transformación es al nivel de nuestra percepción.

El principal problema de la percepción del alma sin madurez espiritual es que posiblemente esté perdiendo información realmente relevante para su propio crecimiento, siendo distraída por asuntos irrelevantes.

Lucas 8:43-48 dice: “Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,  (44)  se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.  (45)  Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?  (46)  Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí.  (47)  Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.  (48)  Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vé en paz”.

La percepción de asuntos relevantes en cuanto al propósito eterno de Dios sólo se alcanza por causa de la vida espiritual. Cuando ella se vuelve una fuente de información confiable y además interviene en la manera de procesar lo que nuestros sentidos reciben.

Luc 9:43-45 (LBLA) dice: “Y todos estaban admirados de la grandeza de Dios. Mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: (44) Haced que estas palabras penetren en vuestros oídos, porque el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres. (45) Pero ellos no entendían estas palabras, y les estaban veladas para que no las comprendieran; y temían preguntarle acerca de ellas”.

La palabra que se traduce como “comprendieran” es la palabra griega (G143) “aisthanomai”, que significa ser sensible o percibir. Ellos no tenían la capacidad de percibir correctamente lo que sus oídos recibían, porque aún no habían recibido la vida espiritual.

LA SENSIBILIDAD Y LA OBRA DE LA CRUZ

Uno de los efectos de la vida espiritual sobre el alma que podemos esperar es la muerte a la vieja vida, la antigua configuración y manera de vivir. Cuando el evangelio es revelado, iluminando el entendimiento, produce madurez y libertad, de manera tal que ya no vivimos para nosotros mismos. Eso debe transformar nuestra manera de ver a quienes nos rodean.

La misericordia y la sensibilidad son dos virtudes que se entrelazan. Cuando la misericordia es producto de una virtud espiritual, su origen es la conmoción de nuestro ser interior por causa de aquello a lo que nos hemos expuesto. No hablamos de actos de misericordia que pueden aparentarse, sino nuestra capacidad de ver lo que otros ignoran. Ese es uno de los puntos centrales de la parábola del buen samaritano. En dicha parábola Jesús evidenció que una persona se vuelve relevante en el Reino de Dios, no por su nacionalidad o cargo religioso, sino por su capacidad de ser sensible a aquello que Dios presta atención.

Mateo 25:34-40 dice: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (35) Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; (36) estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. (37) Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? (38) ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? (39) ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? (40) Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

LA SENSIBILIDAD Y LOS VÍNCULOS ESPIRITUALES

Filipenses 1:9-11 (LBLA) dice: “Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, (10) a fin de que escojáis lo mejor, para que seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo; (11) llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios”.

La palabra traducida discernimiento es el griego G144 aisthesis, que significa percepción, y se refiere a la capacidad mental para comprender y discriminar entre relaciones.

El apóstol Pablo asocia el discernimiento y la sensibilidad al amor. El amor es un fruto que se va perfeccionando en la manifestación de la vida del espíritu y la madurez. Cuando añadimos sensibilidad y nos provocamos a la realidad de lo que percibimos por la vida espiritual, el amor se perfecciona en nosotros y nosotros somos perfeccionados en amor.

LOS EFECTOS DEL PECADO EN EL ALMA

En el antiguo testamento encontramos numerosos ejemplos en los cuales el pecado es asociado con la lepra. La lepra es una enfermedad que produce insensibilidad en el cuerpo. Ese es justamente el peor efecto del pecado, cuando tiene lugar en los llamados a la salvación: la insensibilidad. El escritor a los hebreos recomienda despojarnos del pecado para correr con paciencia la carrera que Dios nos ha encomendado. Aunque el pecado está resuelto (para Dios) en la obra de la cruz, aún pudiera estorbar nuestras almas cuando no procuramos nuestra madurez y libertad.

Añadir sensibilidad es una de las maneras de pelear contra el pecado que nos asedia. (Hebreos 12:1-4)

Y el apóstol Pablo habla de algo similar en el NT, referente a la vida sin Dios.

Efesios 4:17-19 dice: Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis, así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, (18) entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón; (19) y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas.

La palabra que se traduce insensible es el griego G524 apalgeo que significa privación de sentir dolor, y de esta palabra se deriva la palabra analgésico.

Efesios 4:20-21 dice: “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, (21) si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús”.

El apóstol Pablo le habla a la iglesia y le dice, ustedes como creyentes, ya no son insensibles, a diferencia de los incrédulos, a ustedes Dios les ha dado sensibilidad.

COMO AÑADIR SENSIBILIDAD

La obra del Espíritu Santo es conducirnos a la verdad y a la realidad de la vida espiritual. Sólo su obra puede conducirnos a añadir día a día la sensibilidad y la misericordia espiritual en nuestras almas. A continuación, veremos algunos consejos para añadir sensibilidad

  • Rinda sus percepciones personales al Señor.
  • Medite y considere profundamente cuánto se ha normalizado el sufrimiento en nuestro mundo, y cómo las noticias han colaborado a insensibilizarnos ante el dolor de otros.
  • Determine que su vida no sea absorbida por la normalización de la dureza y del enfriamiento del amor del cual profetizó el Señor Jesucristo.
  • Pida al Espíritu que le permita sentir el amor de Dios por los demás.
  • Determine no ignorar a las personas cercanas a usted que están sufriendo, a quiénes usted puede fortalecer y consolar en su dolor.
  • En su vida de oración, nos descuide el interceder por los que están atravesando por sufrimientos, persecuciones y aflicciones.

1 comentario en “SENSIBILIDAD Y MISERICORDIA”

  1. interesante …muy educativo este articulo. No hay excusa pero la realidad es que hemos perdido la sensibilidad….y es importante readecuar esa percepcion al enfoque de Cristo.
    Gracias.

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