Este material pertenece al libro “Sumergidos en la Realidad de Dios” de Abel Ballistreri. Derechos reservados.
¿QUE PIENSA DIOS DE MI?
¿Por qué estoy aquí? No me refiero al lugar físico. Tampoco me refiero a los problemas que tengo, ni a los logros que he alcanzado. Me refiero a todo lo que me rodea. ¿Cómo llegué a este lugar? Nuestras realidades son como espacios en los que vivimos. Nos ofrecen oportunidades, pero también tienen sus límites. Nos hacen saber hasta dónde podemos llegar.
En este libro usaremos la palabra “realidad” para referirnos a nuestra manera de concebir el mundo que nos rodea. No hablamos de los hechos y de las personas, sino del sentido que todo ello toma en nuestro interior. En nuestro diario vivir compartimos espacios físicos comunes. Por ejemplo: con nuestra familia, compartimos nuestra casa. Y pudiéramos en algún momento estar todos en un mismo espacio físico, compartiendo el mismo entorno familiar, pero nuestras realidades serían totalmente diferentes. Por lo tanto, nuestra manera de procesar el mundo externo, es diferente. Todos compartimos la misma casa, pero cada uno vive ese espacio de una manera particular y única. A eso llamaremos realidad.
Nuestra realidad tiene todo un sistema de premios y castigos, el cual nos enseña una serie de lecciones que ya hemos aprendido debidamente. Nos comportamos siendo obedientes plenamente a ella. Vamos a ver un ejemplo de esto.
¿Recuerda, tal vez, cuando usted era un adolescente desobediente? Esa etapa de la vida donde nadie lo comprendía, y tampoco querían comprenderlo. Lo más terrible es que ni usted mismo se comprendía. Y pasan los años, y cada vez entiende menos lo que pasó allí. Muchos adultos viven sus vidas actuales negando que algún día fueron adolescentes. Otros asumen que algunos arranques de desobediencia en esa etapa son normales. Sin embargo, en la mente de éstos todo es diferente. El piensa que todo lo que hace está bien y que todos los demás en el mundo están equivocados. Situaciones, recuerdos, deseos propios e impuestos por el círculo de personas que le rodean, le llevan a desobedecer. Lo cierto es que en muchos sentidos él está siendo perfectamente obediente a su realidad. Es un ejemplo un tanto extremo, pero describe claramente un principio que debemos entender: Todos somos perfectamente obedientes a nuestras realidades (y un poco esclavos de ellas también).
Romanos 7:18-19 – “porque yo sé que el bien no habita en mí, es decir, en mi carne, porque el desear el bien me resulta fácil, pero no puedo ponerlo por obra, ya que no hago el bien que deseo hacer, sino al contrario, hago el mal que no deseo hacer”.[1]
Volvamos a la pregunta: ¿Cómo llegué hasta aquí? Si descubro cómo llegué, quizá pueda encontrar una salida. Y quizá podamos rezar la famosa frase de aquel personaje argentino llamado Mafalda: “paren el mundo que me quiero bajar”. Me refiero a salir de cualquier estado en el cual reconozco que debería estar mejor de lo que hoy estoy.
Nunca acepte realidades mediocres. Usted ha nacido para una vida de plenitud y productividad. Es el ámbito para el cual ha sido creado y todo su ser clama por él. No importa cuánto se esmere por convencerse de que ya no hay nada mejor para usted. Todo su ser seguirá clamando por una mejor vida, mejores ámbitos, mayor crecimiento, mayor plenitud y felicidad. Es decir, todo su ser clama por los ámbitos de Dios.
Una de las maneras en las que construimos nuestras realidades es esta: ¿Qué piensa la gente de mí? Si al leer esa pregunta usted la ha menospreciado, quizá sea la mayor víctima de ella. Le pido que no menosprecie esa pregunta. He descubierto que las personas que dicen: “A mí no me importa lo que la gente piensa de mí”, son aquellas a quienes en realidad más les afecta el pensamiento de otros.
Preocuparse por lo que otros piensan de uno mismo es natural y altamente necesario para llevar una vida social civilizada. No tiene que ver con el estar obsesionado, averiguando y preguntando lo que otros piensan. Tiene que ver con la “realidad” de que vivimos en un mundo observado por otros.
DESDE EL COMIENZO
Génesis 2:25 – “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.”
El sentido de este pasaje es: ellos estaban libres de los pensamientos de uno y otro. Esta sentencia: “no se avergonzaban”, significa que su ser interior estaba completamente dedicado a los pensamientos de Dios. Ellos podían vivir tal como Dios los había creado y en la atmósfera que Dios había creado para ellos, sin ningún tipo de prejuicio. ¿Cuál cree usted que fue la primera reacción del hombre después de comer del árbol que no debía? Veamos:
Génesis 3:7 “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”
A partir de ese momento, el hombre dejó su libertad para someterse a una inevitable situación: hay gente a mí alrededor, y esa gente piensa. Es una manera de esclavitud, porque no podemos liberarnos por propia determinación. No podemos decidir que otros dejen de pensar. Podemos negar y menospreciar esos pensamientos, pero el efecto que eso tiene es contraproducente. Es decir, dedicamos tantas fuerzas a menospreciar lo que otros piensan, que termina por afectarnos mucho más.
Génesis 3:9-11 – “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”
¿Lo ha notado? Nadie le dijo a Adán que estaba desnudo. Eva no se burló de él. La serpiente no tocó el tema. Dios tampoco se lo hizo notar. Sencillamente lo pensaron. Ellos pensaron lo que otros pensarían, y por lo tanto tomaron sus primeras determinaciones fuera de Dios: cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. La primera manufactura del ser humano provino de pensar en lo que otros piensan. Se sorprendería al saber cuánto de lo que el hombre consume en nuestros días tiene base en esto.
Quisiera concentrarme en este principio fundamental: Nos salimos de la realidad de Dios cuando nos sumergimos en las realidades incorrectas. Necesitamos encontrar el camino de regreso a la realidad de Dios.
La realidad de Dios es sencillamente el ámbito para el cual hemos sido creados. Es una atmósfera interna, pero que modifica sustancialmente nuestra manera de concebir nuestro entorno. Por lo tanto, es una atmósfera interna y externa. Es diaria y constante. No existe tal cosa como, entrar a los ámbitos de Dios, para volver a la “realidad de la vida”. Quienes usan ese tipo de frases, probablemente nunca han probado Su realidad. La realidad de Dios para nuestras vidas es el único ámbito de Verdad que podemos vivir. No es un estado de “éxtasis momentáneo”. Cuando usted vive sumergido en la realidad de Dios, no necesita ignorar los hechos o las personas que lo rodean. Tampoco ignora los problemas que enfrenta.
La realidad de Dios lo activa y lo fortalece. Le hace ver el mundo como Dios lo ve. Él no ignora sus conflictos. Muchas veces vivimos como si Dios ignorara lo que vivimos. Él no lo ignora, sencillamente nos espera hasta que estemos dispuestos a ver nuestra vida desde Su realidad.
La realidad de Dios es un ámbito extraordinario. Mucha gente cree vivir en libertad, porque puede tomar determinaciones. Al avanzar en los temas de este libro, descubrirá que muchas de las determinaciones que tomamos en “libertad”, en realidad responden de manera exacta a realidades mentirosas y altamente limitadas. A los religiosos les gusta mucho hablar del “libre albedrío” (aún los religiosos que nunca van a las iglesias). La obediencia a Dios no es una renuncia a nuestras libertades (tal como lo es con las leyes humanas). La obediencia a Dios es un camino que nos lleva a recuperar nuestra verdadera libertad.
Juan 8:36 – “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
EL ALIMENTO DE NUESTRA REALIDAD
Día a día se alimenta nuestra realidad personal con los pensamientos que otros tienen de nosotros; aún aquellos que inventamos (lo que creemos que la gente piensa de nosotros). Nuestras realidades pueden volverse tan complejas que se transforman en obstáculos para nuestro avance a cada paso.
¡Gracias a Dios por sus buenas noticias! El mensaje de la salvación y del evangelio no tiene que ver con una solución para “la vida después de la muerte”. ¡Claro que no! Las buenas noticias de Dios son un mensaje que nos llama al recupero de todo lo que hemos perdido al separarnos de Él y una vida extraordinaria a cada paso. Muchos creen que la vida de Adán y Eva era tranquila y despreocupada, porque ellos tenían una vida sin conflictos para resolver. Creemos que nuestra vida perfecta es una vida sin conflictos. ¡Qué aburrido puede ser eso! Dios le entregó el mundo a Adán, pero sólo le otorgó un pequeño espacio perfecto. Su atmósfera de paz y un lugar de referencia donde todo era perfecto. En pocas palabras, Dios les otorgó a Adán y Eva una porción de su realidad. Pero les dijo: “Llenen la tierra”. Allí no hay paraíso. Fuimos creados para traer soluciones, y esas soluciones se comienzan a expresar cuando recuperamos nuestra capacidad de vivir en los ámbitos de la realidad de Dios.
Nos salimos de la realidad de Dios cada vez que le damos mayor peso a los pensamientos de personas que nos rodean, que a los pensamientos de Dios.
Voy a contarle un secreto muy bien guardado: Dios piensa. Y otro secreto más: Dios piensa cosas de usted. Es secreto, porque Dios piensa cosas que no dice. A veces sus pensamientos quedan en Su persona. Podemos oír a Dios, podemos leer de Dios, podemos oír a gente que nos hable de Dios, pero no deberíamos perdernos este tesoro: Dios piensa en nosotros.
Voy a prestarle un arma extraordinaria que puede cambiar el resto de su vida y generaciones. Es tan sólo una pregunta; pero para que sea efectiva debe usarla todos los días: “¿Qué piensa Dios de mí?”
Evidentemente yo no puedo responder esa pregunta. Yo no tengo los pensamientos de Dios. Pero puedo ayudarle en el proceso. ¿Cómo voy a hacerlo? Dejaremos juntos algunos preconceptos que tenemos acerca de los pensamientos de Dios. La idea es que usted pueda comenzar su propia búsqueda sin juicios ya formados. Una búsqueda genuina, entendiendo que es una búsqueda que vale la pena emprender. Todo en su vida cambiará si al terminar estos párrafos, usted desecha las palabras leídas y se determina a comenzar algo que nadie le pidió hacer: Averiguar lo que Dios piensa de usted.
Pero todavía este capítulo no termina. Debemos hacer algunas tareas altamente necesarias:
- Debemos derribar argumentos; toda estructura en nuestro interior que nos separa de la realidad de Dios. A veces eso significa que debemos desechar mucho de nuestra experiencia.
- Necesitamos predisponernos a una experiencia que no tiene que ver con “aprendizaje cognoscitivo”. No haremos un estudio de Dios. Nos meteremos en su vida. Nos sumergiremos en su realidad. No hay libros para esto; es sólo vida.
- Tenemos que asumir una postura de humildad. Los altivos nunca tienen acceso a los ámbitos de Dios, porque él los desecha. Hay algo que ningún padre puede resistir: un hijo que se preocupa por entender sus pensamientos.
Disfrute conmigo este pasaje como si fuera la primera vez que lo lee:
Jeremías 29:11 – “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Este es uno de los pasajes más utilizados del libro de Jeremías. Y no es así por accidente. Es una joya muy especial del libro. Muchos llaman a Jeremías “el profeta llorón”. Se le llama así porque debió profetizar a cinco reyes de Judá antes del exilio a Babilonia. Ninguno de ellos se arrepintió del camino que llevaban. Fue un profeta ignorado completamente en sus días. Las páginas de Jeremías están cargadas de juicios y lamentos, pero en medio de toda esa “realidad”, emerge este pasaje. Una palabra de Dios para los exiliados en Babilonia.
Quisiera que pudiéramos entender el contexto de este pasaje. El pueblo de Israel está cautivo. Ellos habían ignorado la voz de Dios por mucho tiempo. En el exilio comienzan a clamar a Dios una vez más: “¡Señor, mira cómo estamos! ¡Ahora sí entendemos y queremos arrepentirnos!”. Ellos están allí cautivos, pensando que Dios debía estar muy enojado con ellos. Ellos creen que Dios ya no les responderá, porque no merecen su perdón. Ellos están seguros de que Dios está pensando cómo hacerles pagar toda su desobediencia y menosprecio a sus leyes. Pero Dios habla una vez mas y les dice: “¡¡Hey!! ¡Yo sé lo que estoy pensando! ¡No intenten convencerme de lo que yo pienso!”
¿No le ha pasado nunca? Cuando estamos atravesando algún momento de debilidad, o pasamos tiempos de turbulencia, tenemos la tendencia de pensar en todos los errores que hemos cometido. Nos provocamos un “castigo psicológico”, con la idea inconsciente de que eso nos ayudará a cambiar en el futuro. Además de eso intentamos convencernos de que Dios debe estar enojado con nosotros. Creemos que Él ya no tiene el deseo de creer una vez más en nosotros. Estamos completamente seguros de que ya Dios se convenció que no valemos la pena. Nuestras oraciones son un pedido de limosna. Si esa fuera una actitud de humildad verdadera, quizá tuviera un resultado positivo, pero en realidad oculta una actitud de orgullo. Lo que intentamos decir es: “Siempre creí que podía hacerlo con mis fuerzas, y esta vez me salió mal”.
Pero allí estamos, en una situación de la que no podemos salir por nuestras propias fuerzas. Oramos a un dios enojado con nosotros (dios con minúscula, porque ese ya es un dios que nos hemos creado para nosotros mismos). No intentamos conocer Sus pensamientos; ya los sabemos: él está enojado y completamente decidido a no ayudarnos. Clamamos a Dios para que Él intervenga en nuestra realidad. Pero Dios es sabio y todo amor. Él sabe lo que necesitamos. No necesitamos que Dios intervenga en nuestra realidad; necesitamos sumergirnos en Su realidad.
Dios le está diciendo: “¡Hey! ¡Yo sé lo que estoy pensando! Eres tú el que no lo sabe. Pero yo tengo pensamientos acerca de tu vida”. Me gusta mucho cómo dice el original de ese pasaje: “Yo estoy haciendo planes con ustedes…”. ¡Guau! Mientras nosotros intentamos salir de una situación penosa, y buscamos las migajas de Dios, distraídos por todo el mundo de pensamientos que la gente tiene acerca de nuestras vidas, buscando en todo lugar alguna salida que pudiera servirnos; Dios está haciendo planes con nosotros.
La realidad de Dios para nuestras vidas son los ámbitos de reposo de Dios. En esos ámbitos no hay pérdida de energía, de tal manera que nuestras vidas se activan en lo físico para producir todo lo que nace en el corazón de Dios. Pero nuestro ser interior está en el reposo de Dios. Enfocar nuestras fuerzas en problemas personales es una verdadera pérdida de energía. Eso es realmente grave en una persona depositaria de la salvación de Dios. Cuando nos conformamos con migajas de la mesa de Dios, perdemos energía. El esfuerzo personal que ejercemos por unas pocas migajas de la mesa de Dios, nos produce cansancio y fatiga en nuestro ser interior. Pero sumergido en los ámbitos de Dios, nuestra vida es activada por el poder de Dios. Energía es el resultado del alimento y la acción para la cual somos llamados.
VOLVIENDO A LA SENCILLEZ DEL DÍA A DÍA.
Dios piensa en nosotros. Dios nos habla, nos mira, nos bendice; pero además de todo eso, Él piensa en nosotros. Esa es una verdad poderosa que puede sacarnos de cualquier pozo en el que nos encontremos. Pero tenemos el resto de nuestros días: esos que son comunes. Esos días que no tienen turbulencias; no tienen llantos, ni oraciones desesperadas. Esos son los días más importantes. ¿Por qué razón? Veámoslo en las palabras de Jesús:
Mateo 10:39 – “El que encuentre su vida, la perderá, y el que la pierda por mi causa, la encontrará.”[2]
Este pasaje tiene un significado muy profundo. Mientras nosotros pasamos la vida huyendo de los días difíciles y de las circunstancias adversas, para Jesús no hay peor estado en una persona que este: encontrar la vida. ¿Qué significa hallar la vida? Sencillamente significa haber aprendido a vivir sin la necesidad continua y vital de Dios. Trabaja, paga cuentas, cría a sus hijos, paga más cuentas, etc. El domingo va a la iglesia y se siente bien con usted mismo… ¡Halló su vida! Quizá no sea un error ostentoso, pero si usted cree en Jesucristo, debe saber que para él no hay nada peor que eso en un ser humano. Eso es peor que el peor de los pecados. Una persona que halló su vida, ya no tiene canales para conectarse con Dios. Este estado no necesariamente lo asumen las personas que no creen absolutamente en Dios. La religión es experta en crear hombres que han hallado su vida. Es decir, personas que no sostienen la necesidad viva y continua de la realidad de Dios. Una forma de hallar nuestras vidas es conformarnos con el conocimiento aprendido del Dios en el cual hemos creído, pero que no nos atrevemos a confrontar ese conocimiento con Su vida experimentada día a día. La realidad de nuestro Padre Celestial no se encuentra en nuestros pensamientos y conocimientos humanos, Su realidad está en Sus pensamientos.
Es curioso como mucha gente busca a Dios para nunca más necesitar de Él. Es decir, queremos tener a Dios, para que nuestra vida no necesite de Dios. Una vida común, tranquila, sin desafíos ni sobresaltos, es totalmente incompatible con Dios (al menos con el Dios que he conocido hasta ahora).
En nuestros días comunes y sencillos debemos aprender a sumergirnos en la realidad de Dios. Esos días donde no tenemos un impulso carnal por recurrir a Dios, porque nuestras fuerzas parecen alcanzar, son aquellos en los que más necesitamos Su realidad.
UNA NUEVA POSICIÓN
Es importante entender que sumergirse en la realidad de Dios es una tarea de tiempo completo. Ni siquiera es una tarea full-time. Es una asignación full-life[3]. Es un cambio total de ámbito. Estamos hablando de vivir plenamente en sus ámbitos, y desde allí observar el mundo que nos rodea.
Una herramienta potente para lograrlo son los pensamientos de Dios. Voy a mostrarle un ejemplo. Usted sale a trabajar por la mañana. Es un día soleado y templado; un día perfecto para trabajar. Está feliz ese día, porque pudo descansar muy bien la noche anterior. Ese día se levantó dando gracias y adorando al Señor. Pero al llegar a su trabajo, su jefe se encuentra de mal humor y le hace el siguiente comentario: “Pedro, usted siempre llegando justo a tiempo. Se puede llegar 15 minutos antes también… ¿Lo sabía?”.
En ese momento se abren dos posibilidades:
Puede darle rienda suelta a la realidad en la que estamos siendo atrapados: el mundo de los pensamientos de los demás. Observe todo lo que puede ocurrir en el mundo de sus pensamientos:
- “Seguramente mi jefe hoy no tiene un buen día.
- “¿Será eso, o será que está enojado conmigo?”
- “Justo iba a pedirle un aumento de sueldo. ¡Mejor lo olvido!”
- “Pero, ¿por qué tiene que decirme eso delante de todos los empleados? ¿Cómo quiere que la gente me respete cuando le ordeno cosas, si él me desacredita delante de ellos?”
- “Al final, llego a tiempo y tengo que soportar este tipo de desprecio. Soy uno de los mejores empleados de esta empresa y parece que soy el único que se da cuenta.”
¿Lo ha notado? Un comentario que llevó diez segundos hacer, disparó toda una artillería de conjeturas y juicios en nuestra cabeza. Puede aplicar ese ejemplo a todo tipo de personas y situaciones. Nos sucede de manera continua. Si se propone descubrirlo en usted mismo, seguramente no le llevará más de un día lograrlo. Es cierto que nuestra mente es altamente creativa, pero esta vez se trata de otra cosa. Estamos intentando hacer una lectura de la realidad que hoy nos rodea. Y para hacerlo, procuramos evaluar los pensamientos de todas las personas que nos rodean. Veamos la segunda opción.
Luego de levantarme tomo unos minutos para sumergirme en los pensamientos de Dios. Eso significa tan sólo preguntarme qué estará pensando Dios de mí para este día. Lo hago sabiendo que Dios siempre piensa en mí y entendiendo (como un ancla para el alma) que Él siempre tiene pensamientos de paz. Dios siempre está queriendo llevarme a la mejor de las metas. Él siempre busca que podamos cumplir sus propósitos eternos, y esos son sus pensamientos. Teniendo en cuenta esos dos principios, puedo saber que hay una realidad esperándome allí afuera: la realidad de Dios. Cuando una persona puede sumergirse en la realidad de Dios, no hay circunstancia ni persona que pueda sumergirlo en angustia o confusión.
Cuando se encuentra con situaciones inesperadas, no permita que lo saquen de su realidad en Dios. Usted ha sido creado para una dirección postal en tu ser interior: los pensamientos de Dios; de tal manera que, cuando las distracciones de la vida lleguen, ya no puedan encontrarlo. Hay demasiado para descubrir allí. No puedes perder el tiempo en los pensamientos de otras personas. Esos pensamientos no te llevarán al fin para el cual has sido creado.
No se trata de ignorar lo que otros piensan, ni de negarnos a la existencia de ellos. Se trata de observar lo que nos rodea, siempre dando mayor peso e importancia a lo que Dios piensa de nosotros.
Salmos 139:16-18 – “Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado.”[4]
Este salmo es altamente profético. Cuando Jesús leyó de niño este salmo, seguramente descubrió que hablaba de él mismo. Una buena noticia es que el llamado de Dios a tu vida se resume en que alcances a manifestar al Cristo que has recibido por la fe. Y allí van dirigidos todos los pensamientos de Dios para tu vida.
Los ojos de Dios miraban mientras usted se gestaba en el vientre de su madre. ¿Por qué lo haría? Allí no hacía nada bueno ni nada malo. No tuvo aciertos ni errores. ¿Por qué Dios le miraría en ese momento? Allí no pudo haber mostrado nada extraordinario, ni digno de ser observado. Cuando usted era un embrión, la gente no podía verlo ni juzgarlo. Pero Dios lo miraba. Él le miraba y pensaba. Esos pensamientos son los que vale la pena descubrir. Porque en esos pensamientos, Dios escribió días de gloria para usted. Si aún no los ha vivido, quizá sea porque se ha sumergido en las realidades incorrectas. En la realidad de Dios encontrará los días escritos por él. No hablamos de las cosas escritas en la Biblia. Hablamos del Dios eterno escribiendo sobre su persona.
Nunca le faltarán pensamientos de Dios disponibles. Pero, por favor, no crea que llegará a ellos leyendo una porción bíblica diaria. No hay mejor manera de menospreciar a Dios que limitarlo a las letras impresas de un papel. Puede usar la Biblia para ayudarse; y para ello es una gran herramienta. Pero es de gran importancia entender que los pensamientos de Dios sólo se abrirán cuando usted esté dispuesto a llevarlos a su vida cotidiana.
¿Ha enumerado los pensamientos que la gente tiene sobre usted? Son muchos. Pero le aseguro que los pensamientos de Dios son muchos más. Es un buen ejercicio el contar los pensamientos de Dios. David lo dejó claro en su salmo: “Si terminara de contar tus pensamientos, me daría cuenta que estoy a tu lado”. Lo que dice el salmista es: “Puedo dejar de pensar en ellos; puedo despertar de aquello que parece demasiado extraordinario, pero cuando despierto me doy cuenta de que sigo allí contigo.”
La versión Reina Valera de ese pasaje dice: “Despierto, y aún estoy contigo”. El sentido de esta palabra es que usted puede pasar mucho tiempo en sus propios pensamientos (o los pensamientos de personas que le rodean), pero al despertar de aquello descubrirá que no nació para esa atmósfera de vida. El secreto de nuestra intimidad con Dios no está en que Él intervenga en nuestro mundo de pensamientos, sino en sumergirnos en los suyos. Pero cuando medita una y otra vez en los pensamientos de Dios, pudiera parecerle estar en un sueño. Sus pensamientos son demasiados extraordinarios y contradictorios con su realidad presente. David descubrió que de ese sueño se despierta con una nueva realidad: ahora Dios forma parte de su realidad presente. Despertará y ¡Él estará aún a su lado!
Es el efecto que buscamos. A muchos les pudiera parecer una locura estar buscando y contando los pensamientos de Dios. Pero Sus pensamientos no son conceptos abstractos ni filosóficos; no lo dejan durmiendo en nubes irreales. Sus pensamientos lo despertarán a una nueva realidad: la realidad de Dios. Cuando captura un pensamiento de Dios, vuelve a su vida diaria rodeado de Su realidad.
Así termina el Salmo 139:
Sal 139:23-24 – “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.”[5]
¡De eso estamos hablando! Hablamos de los caminos eternos. Es el resultado que buscamos. Creemos en un Dios que ha marcado un camino eterno. Un camino de verdadero valor en Sus propósitos. El camino que Dios escribió acerca de nuestras vidas. Nuestros pensamientos y corazón tienen mucho que ver con eso.
Quizá no pueda cambiar de manera inmediata muchas de las realidades físicas que lo rodean, pero le aseguro que la realidad de su ser interior puede cambiar hoy mismo. Y también puedo asegurarle que cuando se sumerja plenamente en la realidad de Dios, sus caminos cambiarán por completo. No estamos hablando de un camino lleno de utopías humanas. No hablamos de un camino sin desafíos o sin conflictos. Hablamos del camino que tiene sentido transitar. Aquel que nos espera con desafíos y conflictos con sentido eterno.
ALGUNOS PASAJES PARA MEDITAR
Filipenses 4:4-8 – “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”[6]
Salmos 10:4 – “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.”[7]
Salmos 33:10-15 – “Jehová hace nulo el consejo de las naciones, Y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, El pueblo que él escogió como heredad para sí. Desde los cielos miró Jehová; Vio a todos los hijos de los hombres; Desde el lugar de su morada miró Sobre todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; Atento está a todas sus obras.”[8]
Salmos 40:4-8 – “Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados. Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.”[9]
Salmos 92:5-6 – “¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos. El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto.”[10]
1 Corintios 2:14-16 – “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”[11]
[1] Biblia Peshitta en Español (Traducción de los Antiguos Manuscritos Arameos).
[2] Nueva Versión Internacional.
[3] La expresión full-time se refiere al trabajo que se lleva a cabo en todas las horas laborales de un día. Por ejemplo, en Argentina la jornada laboral estándar es de ocho horas diarias. La expresión full-life se refiere a una asignación que no puede ser limitada por un horario de trabajo diario, sino que exige toda nuestra vida. Es decir, las veinticuatro horas del día.
[4] Nueva Versión Internacional.
[5] Nueva Versión Internacional.
[6] Reina Valera revisada 1960. Énfasis del autor.
[7] Reina Valera revisada 1960.
[8] Reina Valera revisada 1960. Énfasis del autor.
[9] Reina Valera revisada 1960. Énfasis del autor.
[10] Reina Valera revisada 1960.
[11] Reina Valera revisada 1960. Énfasis del autor.
Muchas gracias pastor Abel gracias ________________________________
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