VESTIDOS DE CRISTO – Parte 2

VESTIDOS DE LA VERDAD

Efesios 6:14 dice: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad…”

Vestirnos de la armadura de Dios no es una acción simbólica o abstracta en la cual te imaginas poniéndote una ropa, repites una oración y suspiras profundo. Hay una acción determinada: vestirse de la verdad.

Nos vestimos porque hay días malos en el camino de nuestra peregrinación temporal. En esos días malos somos asechados.

Efesios 6:11 dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.

Pero recuerde:

  • Los días malos tienen un inicio y un fin.
  • Los días malos te encontrarás sostenido por las fuerzas del Señor.
  • Los días malos te dejarán recompensas eternas, si permaneces firme.

Necesitamos ceñirnos de la verdad porque las tinieblas vendrán con mentiras.

Las mentiras con las que el infierno ataca no tiene que ver sólo con “palabras mentirosas”, sino con estructuras de mentira.

  • Intentará decirte quien tu eres, lo que puedes alcanzar y lo que no.
  • Te hará verte débil e incapaz.
  • Buscará que creas que tu circunstancia temporal es tu verdadera posición.
  • Te mostrará tu naturaleza humana, carnal y natural como lo único que tienes.
  • Luego de todo eso, te mostrará un futuro cargado de mentiras (cosas negativas y positivas) que sólo tiene por fin distraerte.

Debes recordar que la verdad de la que te ciñes es de todo aquello que el Señor te ha revelado y mostrado. Verdad es la naturaleza de Cristo en ti.

Verdad es que has sido perfeccionado en la obra de la Cruz, aunque aún no veas esa perfección manifestada. (Hebreos 9:9-10; 10:14).

Las tinieblas querrán recordarte tu historia humana, tu pasado, de quién tu eres hijo. Nunca comas de ese plato. Tu verdad, de la cual debes ceñirte, es que no has nacido de voluntad de varón y mujer, sino de Dios.

Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;  (13)  los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Las mentiras se vuelven dardos que, cuando no te encuentran ceñido, traspasan tu corazón y te derriban. Es posible levantarse una vez más, pero el asunto no es si es posible levantarse, sino que buscamos la recompensa de permanecer y que el Señor se glorifique en nosotros.

Las tinieblas son muy predecibles en este aspecto, ya que sus armas son limitadas y sus mentiras repetidas. Buscarán hacerte ver tus logros temporales y que éstos te definan. Querrán que tu veas los alcances materiales como lo único valioso y de esa manera hacerte ver que vales poco o insuficiente.

Tu verdad es lo que construyes en lo eterno. Es por eso que hay una verdad de la cual debes ceñirte: “Ya no vivo yo, vive Cristo en mí”.

Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Cuando veas el desprecio de otros o las injusticias humanas del día malo, recuerda tu realidad en Cristo: “ya no vivo yo”. Ese cinturón es impenetrable y detiene cualquier mentira de las tinieblas.

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