VESTIDOS DE CRISTO – Parte 7

EQUIPADOS CON LA PALABRA DE DIOS.

Efesios 6:17 dice: “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.

¿Qué tienes en tu mano? Eso le preguntó Dios a Moisés frente al Mar Rojo. ¿Y tú? Debes asegurarte que lo que tienes en tu mano no son recursos temporales. Suelta aquellas cosas con las que te defiendes humanamente y te encontrarás con las armas de la luz.

En tu mano debes tener palabra. Puedes salir algunos días sin una palabra, pero el problema es cuando te enfrentas al día malo sin tener una palabra de Dios.

La vara de Moisés no abrió el mar rojo. Antes, Dios había transformado esa vara en palabra. Fue la dirección de Dios, su respuesta, su consuelo, lo que abrió el Mar Rojo.

Seguirás adelante porque tienes una palabra de Dios. No serán tus fuerzas lo que abrirán los días delante de ti. No serán tus recursos. No serán herramientas personales, tu propia voz, tu propia defensa ni la de otros. No será un ejército el que te defienda o te haga victorioso, sino LA PALABRA que Dios te ha dado y ahora está en tu mano.

Clama a Dios por su palabra. Clama a él, porque lo que es alimento para tu espíritu, será el arma más poderosa para tu alma.

 

LAS VOCES EXTRAÑAS Y LA PALABRA DE DIOS

Necesitas vestirte de la palabra de Dios, porque en el día malo oirás voces extrañas. Los sonidos extraños son los que asustan a las ovejas, pero ellas están entrenadas: si oyen al pastor no hay razón para correr.

Tu mayor arma en el día malo es la palabra que has recibido de Dios. Muchos son los que buscan una palabra en el día malo. Es tarde. Para la batalla hay que equiparse antes.

RECUERDA: Hay días marcados para que expreses tu victoria. El día malo es tu oportunidad, no un castigo.

Reconoce el aroma de las palabras que estás oyendo. ¿Te provoca a la armonía esa palabra? Si una palabra es disonante a la obra del Espíritu en tu vida, entonces ríndete a Dios para recibir Su palabra.

Abel Ballistreri

0 comentarios en “VESTIDOS DE CRISTO – Parte 7”

  1. Me rindo a Dios para recibir SIEMPRE SU PALABRA ; que en esos días malos yo recuerde que son oportunidades para manifestar la victoria de Cristo y manifestar su gloria.

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