La obra completa de la Cruz de Cristo se expresa en la vida espiritual que nos fue otorgada, nuestra salvación. Esa vida contiene una instrucción en aquellos llamados a la salvación: expresarse, darse a conocer.
El fruto del Espíritu es el resultado de una vida espiritual expresándose en el alma.
La salvación del alma es un proceso que debe observarse día a día, y consiste en llevar de las abundancias que poseemos en el espíritu al ámbito de nuestra vida diaria durante nuestro paso en esta tierra. Se trata de experimentar nuestra salvación y libertad en nuestras experiencias diarias.
1 Pedro 2:1-3 Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, (2) desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación, (3) si es que habéis probado la benignidad del Señor.
En este pasaje el apóstol Pedro nos muestra que el alma se salva por madurez.
Gálatas 4:1-7 dice: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; (2) sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. (3) Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. (4) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. (6) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.
Vemos en este pasaje que la inmadurez esconde al hijo, haciéndole parecerse al esclavo, e impidiéndole disfrutar de la herencia que le pertenece.
El evangelio incluye el llamado de Dios a la madurez y la expresión de Su Naturaleza.
1 Corintios 3:1-3 dice: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. (2) Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, (3) porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?”.
Es interesante que Pablo, al tratar con la iglesia de Corinto, les explica que hay ciertos temas que no puede tratar con ellos a causa de su inmadurez, pues en lugar de serles de utilidad, no tendrían la capacidad de poder administrarlo, por lo que su inmadurez les limita en las capacidades de administrar verdades espirituales, y la evidencia de su inmadurez es que todavía están centrados en su individualismo, el cual se manifiesta en celos y contiendas.
2 Tesalonicenses 2:13-14 dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, (14) a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.
La salvación del alma va ligada a la santificación que es el proceso por medio del cual crecemos en santidad y vamos siendo conformados a la imagen de Cristo por medio del Espíritu, quien nos revela la verdad y nos concede la fe para apropiarnos de ella. Pablo agrega que el objetivo, para lo cual Dios nos llamó es para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo, esa debe ser la meta hacia la que corremos sobre el camino de la santificación.