El discernimiento puede ser presentado como un don espiritual, pero en este apartado no hablaremos del don, sino del discernimiento como una virtud. Todos los hombres tienen la capacidad de discernir en alguna medida, es decir separar, distinguir e interpretar. Esa capacidad de discernir responde a una estructura de justicia personal y a una fuente de información. Cuando hablamos del discernimiento como virtud espiritual nos referimos a aquel que responde a la Justicia de Dios que es en Cristo y a la vida espiritual como fuente de información principal.
Discernir según RAE: Del lat. discernĕre. Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo.
G350 – ἀνακρίνω – anakríno – propiamente escrudiñar, i.e. (por implicación) investigar, interrogar, determinar: preguntar, acusar, discernir, escudriñar, examinar, interrogar, juzgar.
G1253 – διάκρισις – diákrisis – opinión judicial: contender, discernimiento, opinión, oponer.
La palabra diakrino significa “separarse completamente, alejarse, discriminar, distinguir, decidir”.
1 Corintios 2:14 dice: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir (G350) espiritualmente”.
Hebreos 5:13-14 dice: “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; (14) pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento (G1253) del bien y del mal”.
En estos dos pasajes vemos reflejada la importancia de revestir nuestros corazones de esta virtud tan importante para nuestra madurez: el discernimiento. El escritor a los hebreos lo expresa como un ejercicio que nos conduce a la madurez. La necesidad de revestirnos de esta virtud requiere que podamos comprender plenamente lo siguiente:
- El hombre natural no puede entender las cosas espirituales.
- Toda lectura humana basada en su propia justicia y lo que dicen los sentidos naturales está sesgada y altamente limitada para ver la realidad de Dios y Su Verdad.
- Nuestra madurez depende directamente de nuestra capacidad de discernir todas las cosas desde una visión espiritual.
PERCEPCIÓN SELECTIVA Y EL HOMBRE NATURAL
La percepción selectiva es un tipo de sesgo cognitivo que se da en el proceso de percepción cuando el sujeto, en función de sus expectativas, selecciona un objeto de atención y desatiende la parte restante de la información.
Un ejemplo que vemos en la palabra es cómo Samuel, aún siendo profeta, creyó que las expectativas de Dios acerca de a quién habría de elegir como el próximo rey, tenía algo que ver con sus expectativas humanas, a lo cual Dios le responde que Su juicio no es cómo el nuestro.
1Samuel 16:6-7 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. (7) Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Es necesario comprender de qué manera discierne el hombre natural para poder comprender de qué manera opera la libertad que nos ha sido otorgada en Cristo Jesús y expresada por medio de la madurez.
La percepción selectiva es un proceso que opera en la mente humana al recibir y procesar la información que proviene de los sentidos. No toda esa información tendrá el mismo nivel de importancia y además los conceptos que gobiernan el entendimiento son diferentes en cada ser humano. Es por eso que según el hombre la verdad es relativa. Aunque dos personas estuvieran observando un mismo evento, cada una lo estará interpretando y experimentando de maneras diferentes. Eso es un proceso inevitable para el hombre natural, pero por la vida espiritual nos ha sido dada la capacidad de recibir otra fuente de información y otra justicia que no es humana y natural.
Por la vida espiritual contamos con:
- La palabra de Dios.
- La guía del Espíritu Santo. (ver. Rom. 8:14, Gal. 5:18)
- La iluminación del entendimiento. (ver Heb. 6:4, Efe. 1:18, Efe. 4:18)
- Los dones espirituales. (ver. Efe. 4:18, 1 Cor. 14)
Salomón pidió a Dios discernimiento y eso le otorgó una sabiduría nunca antes conocida hasta sus días, prosperándole en todo lo que hacía (1 Reyes 3).
¿Cómo podemos añadir discernimiento a nuestras vidas?
- Menospreciando una y otra vez toda aquella información que proviene de los sentidos naturales o del razonamiento humano y natural. No estamos diciendo “desechar” sino “menospreciar”. Podemos seguir viendo, oyendo, gustando, pero no puede ser esa información la que determina nuestra manera de entender la vida y sus sucesos.
- 2Corintios 11:3 dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”.
- Indagando una y otra vez en los CRITERIOS de Dios en cuanto a los asuntos de la vida. Crecer en el conocimiento de Dios para la manifestación de Su Naturaleza en nosotros.
- Evaluando los resultados y los frutos de aquello que hacemos y hacen otros, en busca de los frutos de la vida espiritual.
- Mateo 7:16-18 dice: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (17) Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. (18) No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”.
- Desechando todo juicio reactivo de la mente natural a personas y circunstancias.
- 2 Corintios 5:16 dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”.
- 1 Corintios 4:3-4 dice: “Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. (4) Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor”.
- Filipenses 3:9 dice: “…y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…”
- Orando en todo tiempo para pedir sabiduría e inteligencia espiritual frente a las circunstancias. El discernimiento debe ser pedido a Dios y valorado como una competencia altamente estimable. Cuando recibimos de Dios discernimiento, debemos ejercitarlo desechando toda manera humana y natural de interpretar y decidir.
- Pedir la guía del Espíritu Santo, teniendo como máximo objetivo en la vida la madurez espiritual y la participación de las cosas eternas.
- Estando atento, escuchando y meditando antes de asumir posiciones o sacar conclusiones. Si hay posiciones asumidas sobre asuntos o personas, permitir que sean evaluadas y examinadas todo el tiempo por el Espíritu.
Las virtudes y los vínculos.
El discernimiento es una virtud que colabora ampliamente con el fortalecimiento de los vínculos vivos del Cuerpo de Cristo. Nos permite tener un entendimiento creciente de las realidades eternas mientras trabajamos en lo limitado e imperfecto de lo temporal. Podemos ver a Cristo en nuestros hermanos, aún cuando pudieran estar cargados de imperfecciones y limitaciones temporales. Nos permite despojarnos de todo orgullo y soberbia que produce ceguera espiritual y nos prepara en la humildad necesaria para vivir en comunidad y colaborando con la madurez unos con otros.