OBEDIENCIA Y SUJECIÓN – PARTE 1

La obediencia y la sujeción son virtudes espirituales por las cuales podemos ser parte de un diseño y construcción corporativa.

La fe en Dios nos lleva a comprender que nada puede escapar a la soberanía de Dios. En la desobediencia, el hombre fue sometido al pecado y a la muerte, siendo así alejados de la vida en el Reino de Dios. Por la nueva vida en Cristo, recibimos acceso a Su Gloria y a Su Reino. Vivimos el gobierno de Dios como una realidad completa en nuestro espíritu. Para experimentar ese gobierno en nuestras almas es necesaria la madurez, despojándonos del viejo hombre y dando a conocer la nueva naturaleza.

El gobierno de Dios es la única verdadera forma de libertad a la que el hombre puede acceder. Toda forma de gobierno humana buscará controlar y limitar las libertades, en función de un bien común. Pero el gobierno de Dios no es como el de los hombres, sino que Su gobierno se expresa en nosotros por Su Naturaleza. Es así que la ley de Dios sólo se cumple en el amor. Ese amor es la naturaleza de Dios que nos ha sido otorgada en nuestro espíritu.

El evangelio buscará producir en nosotros aquella forma de libertad que nos posiciona en el gobierno completo de Dios en nuestras vidas. No existe verdadera obediencia a Dios sin madurez. Es por eso que, añadir obediencia en forma de virtud a nuestras almas, es provocar una y otra vez el entendimiento hacia la realidad que debemos arribar.

¿Porqué añadir obediencia y sujeción? ¿Cómo es obedecer a Dios? ¿Cómo debemos obedecer a los hombres? Vamos paso a paso descubriendo esta virtud y cómo ella nos conduce a una verdadera madurez espiritual.

La palabra hebrea Shamá (obediencia) significa “oír con inteligencia, escuchar, consentir, hacer caso, percibir con el oído, entender”. Así también, la palabra griega Hupakouo significa “escuchar atentamente, atender a la autoridad”. Otra palabra griega para obediencia es Peitharcheo, que significa “ser persuadido por un líder, someterse a una autoridad”.

Somos parte de una generación profundamente dañada en cuanto a su relación con la autoridad. Ese es un diagnóstico con el cual debemos lidiar. Es difícil encontrar a personas que no han tenido alguna experiencia negativa o traumática con alguna forma de autoridad: padres, líderes religiosos, empleadores, gobernantes y políticos, etc. Debemos entender que la virtud de la obediencia y la sujeción pueden traer a nuestras vidas verdadera salud a nuestras almas, de cualquier trauma vivido en esa dirección. Si las experiencias del pasado ejercen gobierno en nuestras decisiones presentes, entonces no podremos alcanzar una verdadera madurez espiritual y el gobierno de Dios en nuestras almas. Es por eso que al añadir la virtud de la obediencia, usamos como fuente la vida espiritual y no nuestras experiencias vividas ni los dogmas humanos.

OBEDIENCIA A DIOS

La obediencia a Dios es el fin de toda libertad, vida espiritual y madurez. Añadir obediencia y sujeción comienza con la plena certeza de los beneficios que produce el gobierno de Dios a nuestras vidas.

La desobediencia fue el primer pecado del cual gustó el hombre. Al comer del árbol que se le había ordenado no comer, el hombre desobedeció a Dios. La desobediencia a Dios es la puerta a todo tipo de pecados y males en el hombre. Luego de aquella desobediencia el hombre adquirió una capacidad particular: la posibilidad de crear una justicia propia, personal e individual. A partir de ese momento, el hombre podría definir y modelar su propia justicia, no sólo conociendo sino también determinando lo que está bien y lo que está mal. De esa manera la voluntad del hombre comenzó a transitar un camino separado de Dios. El hombre ya no estaría en el lugar para el cual fue creado.

Es importante conocer y entender todas las consecuencias que la desobediencia trajo al hombre. Una de las mayores consecuencias negativas es que el hombre no sólo desobedeció sino que se volvió incapaz de obedecer a Dios. Quizá alguien pudiera pensar que la biblia muestra muchos ejemplos de obediencia a Dios, como por ejemplo la de Abraham. Eso es correcto, pero esa obediencia sólo fue posible por la fe, lo cual también es un don de Dios.

Hebreos 11:8 dice: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”.

Efesios 2:8 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios…”.

Entonces, si Abraham pudo obedecer a Dios, ¿es posible obedecerle sin la vida espiritual que nos ofrece el sacrificio de Cristo? El mismo escritor de la carta a los hebreos lo responde de la siguiente manera:

Hebreos 11:39-40 dice: “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; (40) proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”.

Es decir, aquellos hombres bíblicos que pudieron expresar grandes proezas y vivencias con Dios, sólo fueron un anticipo, un anuncio de lo que vendría por medio de Jesucristo. En nosotros es posible experimentar una forma de gobierno de Dios superlativa y poderosa: ser gobernados por Dios por Su naturaleza.

Hechos 5:29 dice: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Es importante entender que en nuestro camino de madurez Dios pondrá a hombres para expresar su voluntad, sus diseños y ser una expresión de Su palabra. Eso significará obedecer a hombres tal como si lo hiciéramos a Dios. Sin embargo, hay una completa claridad en cuanto a los límites de esa interacción. Nunca recibiremos de Dios una orden que transgreda el amor y la fe. Tenemos al Espíritu Santo que nos da testimonio, y deberíamos anhelar ese testimonio, de cuáles son las directivas que nos acercan a la madurez, el crecimiento y la participación en el propósito de Dios.

LA CALIDAD DE OBEDIENCIA Y LA MADUREZ

En las Escrituras tenemos acceso a diferentes razones y formas de obediencia. Podemos resaltar algunas:

  • Obediencia por protección: al obedecer a Dios y las autoridades que Él pone a nuestro servicio, somos guardados y protegidos. Son muchos los peligros a los que pudiéramos exponernos en la desobediencia: asechanzas de las tinieblas, consecuencias de la ignorancia y el error, la falta de alimento espiritual, etc. En la inmadurez es difícil muchas veces encontrar este tipo de obediencia, por falta del conocimiento de los verdaderos riesgos.
  • Obediencia por entendimiento: Es aquella obediencia que se produce por crecer en entendimiento. Cuando las condiciones son óptimas, se encuentra la posibilidad de explicar las razones que nos deberían conducir a la obediencia. El problema lo encontramos cuando las condiciones no son óptimas y los tiempos son acelerados. También hay límites en esta obediencia cuando no poseemos las capacidades para comprender las verdaderas razones.
  • Obediencia por naturaleza: Es aquella que se produce por el gobierno de una naturaleza. Los instintos que son despertados, no por enseñanza, sino por genética. Tal como el niño no es enseñado a buscar el alimento de la madre, así se producen ciertas instrucciones interiores que son para preservación y crecimiento.
  • Obediencia por amor: Es la más alta expresión de la obediencia, la cual se produce perfectamente en nuestro ser espiritual y que debe alcanzarse en nuestra alma por madurez.

Jesús enseñó que la evidencia de su amor por el Padre, era hacer lo que al Padre le agradaba, y también nos mostró que la evidencia de amarle sería obedecerle.

Juan 14:15 dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

Jesús presentó la obediencia como la manifestación del amor a Dios, como la expresión de esa naturaleza que ama a Dios, está rendida a Él y se sujeta a Él.

Juan 14:23-24 dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. (24) El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.”

Jesús habló de dos tipos de personas, los que le aman y los que no, y la evidencia de la naturaleza es que tanto se valoran las palabras de Dios.

Judas 1:3-4 dice: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. (4) Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.”

El apóstol Judas nos enseña que una forma de negar a Dios, es tomar la gracia como una excusa para pecar, lo cual sería evidencia de no amar a Dios verdaderamente.

CONSECUENCIAS DE UN ALMA QUE NO SE SOMETE A LA SOBERANÍA DE DIOS

Cuando nuestras almas no son sometidas a la voluntad y gobierno de Dios, las consecuencias no tardan en llegar:

  • El alma se llena de quejas. Cuando no se produce la obediencia y sujeción a Dios, el alma comienza a asumir que el mal que experimenta es producto de las acciones de otras personas. Evidentemente sufriremos en la tierra males por causa de la generación mala que nos rodea, pero esas consecuencias no deberían gobernar nuestras palabras, pensamientos, emociones y decisiones. Cuando nuestra vida no se enfoca en la obediencia a Dios, la queja se vuelve parte de nuestras vidas y comenzamos a olvidar nuestras propias acciones pecaminosas. Es un círculo vicioso que nos aleja más y más de nuestra madurez.
  • El alma se llena de enojo. El enojo no tiene lugar cuando estamos sometidos a la soberanía de Dios. Esta realidad nos mantiene en humildad y sencillez. Aunque no dejamos de ver las falencias y errores de las personas que nos rodean, tampoco dejaremos que se vuelvan una explicación de nuestras propias reacciones. En nuestra madurez espiritual el enojo debe desaparecer, ya que el evangelio no nos promete circunstancias humanamente óptimas y confortables, sino una naturaleza poderosa que puede expresarse frente a cualquier circunstancia terrenal.
  • El alma se llena de excusas. Esa posición de rigidez se vuelve enemiga de Cristo en nosotros. Porque las excusas nos detienen y Dios nunca nos permitirá detenernos.
  • El alma comienza a ser atrapada por la imaginación de las personas. Se comienza a menospreciar los escenarios dispuestos por Dios, menospreciar a las personas asignadas por Dios y valorar las cosas humanas y naturales.
  • El alma comienza a reducir su propio camino a decisiones personales independientes de lo que Dios decide. Desaparecen las expresiones “Si Dios quiere”.

La revelación de la vida espiritual nos llevará siempre a entender que nuestras vidas no se determinan en las acciones y decisiones de hombres (aunque aparentemente si nos afectan). Nuestras vidas siempre son determinadas en el trono de nuestro Dios.

Filemón 1:22 dice: Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido.”

1 Corintios 7:22 dice: “Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.”

5 comentarios en “OBEDIENCIA Y SUJECIÓN – PARTE 1”

  1. Gracias x continuar enviando estas riquezas espirituales!!!!bendiciones!!!

    El lun., 31 de ago. de 2020 a la(s) 15:38, Herramientas discipulares ( [email protected]) escribió:

    > Herramientas Discipulares posted: ” La obediencia y la sujeción son > virtudes espirituales por las cuales podemos ser parte de un diseño y > construcción corporativa. La fe en Dios nos lleva a comprender que nada > puede escapar a la soberanía de Dios. En la desobediencia, el hombre fue > some” >

  2. Muchas gracias amados por edificar, alimentar nuestra vida espiritual !!!Cada enseñanza añade más y más luz! Gracias Señor por la labor de amor que realizan mis hermanos …

  3. Tan agradecida por éstas clases que traen más luz a nuestra alma y entre más claridad nuestra alma como esa tierra que es labranza de Dios, es más fértil, más dócil y más propicia para ser gobernada porque se humilla se sujeta y desde el amor de Dios somos obedientes.

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