EL SERVICIO Y LA DILIGENCIA
Romanos 12:11 dice: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.”
El servicio como virtud espiritual está íntimamente ligado a la diligencia. ¿Qué cosas requieren diligencia?
Romanos 12:8 dice: “el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría”.
Según Romanos 12:8 el dirigir, el ser líder, el convocar a otros es un servicio que requiere diligencia. Cuando ese servicio es entregado por la madurez espiritual, entonces absorberá nuestra completa atención porque lo hacemos con revelación y entendimiento. El apóstol Pablo también explica que suprimir nuestras libertades por causa de los de conciencia débil también es parte de nuestro servicio al Señor.
Romanos 14:15-18 dice: “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. (16) No sea, pues, vituperado vuestro bien; (17) porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. (18) Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres”.
El servicio es presentado por los apóstoles como una expresión de amor.
Gálatas 5:13-14 dice: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (14) Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
LA MIRADA PUESTA EN EL SEÑOR
Uno de los aspectos en los que debemos meditar en cuanto al servicio es quién está puesta nuestra mirada y de dónde nace la motivación para servir.
Efesios 6:6-8 dice: “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; (7) sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, (8) sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.”
Colosenses 3:22-24 dice: “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. (23) Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; (24) sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
En el contexto vemos que aún nuestras actividades laborales y profesionales cuentan como servicio al Señor cuando lo hacemos para Él.
1 Timoteo 6:2 dice: “Y los que tienen amos creyentes, no los tengan en menos por ser hermanos, sino sírvanles mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta”.
EL SERVICIO COMO CONSECUENCIA
Sabemos que el servicio puede ser iniciador y provocador de grandes cosas. Pero hay un aspecto del servicio que no podemos ignorar y es aquel aspecto que exalta su calidad e importancia: el servicio como consecuencia de nuestra salvación y vida espiritual.
1 Tesalonicenses 1:9 dice: “porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”,
Romanos 12:1 BLS dice: “Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a él le agrada. Así es como se le debe adorar”.
De esa manera nuestras almas permanecen en cordura y humildad constante, no esperando de los hombres nuestro galardón. Tampoco tomamos el servicio como quien paga una deuda, ya que sabemos que en nada debemos a Dios por causa del precio pagado en aquella Cruz a nuestro favor. No servimos como quien tiene una deuda, sino como quienes tenemos acceso a las mejores obras y los mejores negocios: los de nuestro Padre Celestial.
EL SERVICIO Y LOS VÍNCULOS
Un espíritu servicial es fundamental en nuestra madurez espiritual. Esta virtud es la que nos permite crecer más y más en una consciencia de nuestra vida en el Cuerpo de Cristo. Esto es un verdadero misterio para nuestras almas, pero una realidad en nuestra vida espiritual. Una de las consecuencias del pecado en el hombre es la tendencia al individualismo en la que opera el alma. No fuimos creados para el individualismo, sino para ser parte de una vida corporativa, entrelazada en vínculos espirituales que nos nutren y fortalecen.
Cuando desarrollamos el servicio como virtud espiritual, nos provocamos a la realidad de la Iglesia, donde Dios nos ha dispuesto para nutrir y ser nutridos en la porción de Cristo que nos ha sido asignada.