Juan 8:31-32 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; (32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Mientras el Señor Jesús ministró en esta tierra, tuvo muchos seguidores, pero hubo situaciones concretas dónde se marcó la diferencia entre los verdaderos discípulos y los que eran solamente seguidores.
Juan nos relata que, en una ocasión, muchos abandonaron a Jesús.
Juan 6:66 dice: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.
¿Por qué le abandonaron? Le abandonaron porque Jesús empezó a hablar palabras que a ellos les era difícil comprender, y que les avergonzaría ante la sociedad si decidían continuar siguiendo a Jesús.
Juan 6:60 dice: “Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?”
¿Por qué Jesús habló de esta manera? Jesús habló estas palabras, pues su intención era impactar sus mentes, sacudir el polvo de lo aparente para que las intenciones verdaderas salieran a luz. Él sabía que lo duro de la palabra revelaría que no estaban verdaderamente dispuestos a ser discipulados. Jesús conocía las motivaciones erradas de sus corazones, y ya se los había hecho manifiesto. Él no iba darles falsas esperanzas de que Él era el medio para alcanzar sus sueños personales, ni se conformaría a ser un “centro solucionador de problemas humanos”.
Juan 6:26-27 dice: “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. (27) Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”.
Ellos no querían seguir el ejemplo de Cristo, ellos habían comido pan, se habían saciado, y decidieron seguir a Jesús, pues solamente vieron en Él alguien que podían satisfacer su necesidad.
Un verdadero discípulo no es alguien que está buscando sus propios intereses terrenales. Un verdadero discípulo ha comprendido que la recompensa de ser un discípulo de Jesucristo es espiritual y eterna. Discipulado es alcanzar la meta que Dios nos propone, con el fin de obtener el premio del supremo llamamiento.
¿Cuál es la marca del verdadero discípulo? Haber entendido aprendido a valorar lo eterno por encima de lo temporal.
Juan 6:67-69 dice: “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? (68) Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (69) Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Vemos en este pasaje que los verdaderos discípulos permanecieron, pues habían creído y conocían que Jesús era el Cristo, y que sólo Él tenía palabras que otorgaban vida eterna, vida verdadera. Habían aprendido a valorar lo verdaderamente importante, lo real, la vida eterna.
REFLEXIÓN
Un seguidor sigue a Cristo por lo que puede obtener de Él, un verdadero discípulo busca darle a su maestro lo que Él espera. Ser discípulos no nos garantiza satisfacción de nuestros anhelos terrenales, pero es la única fuente de la verdadera vida, es el medio diseñado por Dios para nutrir y fortalecer la vida de Cristo en nosotros.
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