EL LLAMADO A SER DISCÍPULOS

Clase discipular 1 Temporada 2.

Luc 5:27 Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. 

Un discípulo es aquel que ha aceptado el llamado de Dios al crecimiento, madurez y a expresar el fruto de una vida espiritual, pues Dios no solamente nos ha salvado sino que nos ha llamado, como dice 2 Timoteo 1:8-9: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, (9) quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos…”.

Quien acepta ser discipulado debe entender que acepta una propuesta de Dios y no de un hombre. Ese discipulado tiene un solo objetivo central: darle al Padre frutos espirituales de la vida que nos ha sido otorgada en Cristo Jesús.

Juan 15:8 dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.

Esos frutos espirituales afectarán sin duda todos los aspectos de nuestra vida material: familia, congregación, empresas, administración, proyectos, vida personal, etc.

Un evangelio que presenta la salvación, pero no presenta el llamado del Señor a ser Su discípulo, no es el evangelio bíblico.

PRINCIPIOS SOBRE EL DISCIPULADO:

  1. Somos llamados a ser discípulos de Cristo y hacemos discípulos para Él.
  • Si el discipulado es verdadero y espiritual, entonces responde al Señor, como sucedió con Leví.

Lucas 5:28 dice: “Y dejándolo todo, se levantó y le siguió”.

  • Los hombres recibimos la propuesta de ser colaboradores de ese proceso y no señores de las personas. En este sentido, podemos discipular a otros desde un plano humano y natural, pero en las realidades espirituales, es el Espíritu Santo de Dios el que hace el verdadero trabajo y los hombres colaboramos con esa realidad.

1 Corintios 3:9 dice: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.

  • La capacitación para el discipulado viene de Dios.

2 Corintios 3:4-5 dice: “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; (5) no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios…”.

  • En el reino, el camino para crecer es aceptar el llamado a servir.

Mateo 20:25-28 dice: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. (26) Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, (27) y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; (28) como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

2. El verdadero discipulado exigirá el 100% de mi vida, tiempo, fuerzas y recursos.

  • El ser discipulado en Cristo requerirá de la colaboración de ministros y tiempos especiales de ministración, pero sabiendo que toda nuestra vida deberá ser absorbida por este llamado.

1 Tesalonicenses 3:2 dice: “…y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe”.

  • Si verdaderamente queremos ser discípulos del Señor, no podremos retenerle nada a Él.

Luc 14:26 (NTV) dice: “Si quieres ser mi discípulo, debes aborrecer a los demás —a tu padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas —sí, hasta tu propia vida. De lo contrario, no puedes ser mi discípulo”.

  • Cada pensamiento y palabra serán parte de nuestro discipulado. Cada reunión con personas serán parte de esa vida discipular. Toda información a la que nuestros sentidos se exponen deberá ser examinadas en ese parámetro.

Lucas 14:27 dice: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.

3. La responsabilidad de ser un discípulo de Cristo es personal.

  • No podremos nunca excusar nuestra falta de vida discipular por la incompetencia de hombres, ya que el llamado de Dios es directo a nuestras propias vidas.

1 Corintios 3:7 dice: “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.

  • Si asumimos la responsabilidad de ser un discípulo del Señor, entonces Él pondrá todos los recursos necesarios, sabiduría, inteligencia, y personas que sean necesarias para alcanzar la madurez.

1 Corintios 2:12 dice: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”.

4. La obra completa hacia nuestra propia madurez la efectúa principalmente el Espíritu Santo.

  • Su tarea es continua y constante.

Juan 16:13 dice: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.

  • El Espíritu es responsable con su asignación y persistente. Él no se dejará gobernar por nuestros aciertos o errores, sino que persistirá mientras haya vida en el cuerpo, para conducirnos a la expresión de Cristo en nuestras propias vidas y en La Iglesia.

Juan 16:14 dice: “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”.

5. En el camino a nuestra madurez necesitaremos responder, dar cuenta y ser guiado por personas.

  • El discipulado espiritual no puede ser asumido en soledad o en autonomía individual, por eso Dios ha designado ministros.

Hebreos 13:17-18 dice: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. (18) Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo”.

  • El objetivo de la obra ministerial es la madurez y estatura de los santos en la Iglesia.

Efesios 4:11-16 dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, (12) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, (13) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; (14) para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, (15) sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, (16) de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.

  • El fin de la obra de un ministro del Señor no es dejar a las personas atadas a sí mismos, sino aferradas al Señor y Su Palabra por la madurez verdadera.

Filipenses 2:14-16 dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.

6. El discipulado implica gestión.

  • No puede haber discipulado sin disciplina.

2 Timoteo 2:3 dice: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”.

  • El discipulado espiritual y verdadero no puede ser vivido en el formato de buenas opciones. No puede ser opcional, sino gobernante e imperativo.

2 Timoteo 2:4 dice: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”.

  • Esa gestión no deberá ser por imposición externa, sino por la convicción personal del llamado de Dios y asumiendo que nuestra obediencia a Él es nuestra verdadera libertad.

Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”.

  • Un discípulo es aquel que puede demostrar un crecimiento constante de su obediencia a Dios.

1 Juan 2:6 dice: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”.

REFLEXIÓN:

Imagina que en los últimos días ha habido mucha revolución en tu ciudad, pues un hombre ha estado sanando enfermos, liberando endemoniados y has llegado a escuchar sus enseñanzas, notando que su enseñanza es diferente, que muestra amor y autoridad, al oírle habló a tu corazón y algo en ti fue transformado, ya no eres el mismo desde ese día. Pero hoy, él viene y se para frente a ti, diciéndote: Sígueme, déjalo todo y sígueme.

Pues no es solo una parábola, el Señor ha transformado gente alrededor de ti, y ha iniciado en ti una transformación, pero quiere llevarte a ser como Él y te está llamando a ser su discípulo. ¿Le seguirás?

Usted puede suscribirse al presente blog para recibir los correos electrónicos de las publicaciones. Encuentre el espacio para suscribirse en el inicio del blog www.herramientasdiscipulares.com

También puede suscribirse a nuestras difusiones por whatsapp, enviándonos un mensaje al siguiente número +54 9 223 563-3892

Puede comunicarse con nosotros al e-mail: [email protected]
Síganos en nuestros canales:
Youtube.com/abelballistreri
Facebook.com/abelballistreri
Instagram.com/abelballistreri

Si usted desea enviar su apoyo financiero a las clases discipulares, puede hacerlo a través de paypal en el siguiente link: https://www.paypal.me/cemad
O puede escribirnos un correo para solicitar más información de medios de transferencia en su ciudad: [email protected]

ANEXO

LA PALABRA DISCIPULADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

1 Crónicas 25:7-8 dice: “Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos en el canto para Jehová, todos los aptos, fue doscientos ochenta y ocho. (8) Y echaron suertes para servir por turnos, entrando el pequeño con el grande, lo mismo el maestro que el discípulo”.

H8527: ַּלְמִיד  – Talmíd: de H3925; alumno: discípulo.

H3925: לָמַד – Lamád: raíz primaria; propiamente aguijonear, i.e. (por implicación) enseñar (siendo la vara un incentivo oriental): acostumbrar, adiestrar, aprender, diestro, domar, ensayar, enseñador, enseñar, indómito, instruir, hábil.

Isaías 8:11-16 dice: “Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: (12) No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. (13) A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. (14) Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén. (15) Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; y se enredarán y serán apresados. (16) Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos”.

H3928: לִמּוּד. – Limmúd: instruido: acostumbrar, discípulo, enseñar, habituar, sabio.

DISCIPULADO EN EL NUEVO TESTAMENTO

G3101: Μαθητής: – Madsetés: de G3129; aprendiz, i.e. alumno: discípulo, hermano.

Discípulo: Del latín discipŭlus. Persona que aprende una doctrina, ciencia o arte bajo la dirección de un maestro. La palabra disciplina deriva de la misma palabra en latín y se refiere al orden, perseverancia e intensidad necesaria para ser instruido hasta alcanzar el objetivo propuesto.

*Todas las citas están tomadas de la versión Reina Valera 1960, a menos que se indique otra versión.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *