UN DÍA DE JESÚS CON LOS VERDADEROS DISCÍPULOS

Juan 8:31-32 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; (32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

En este pasaje el apóstol Juan deja registrado que Jesús se está dirigiendo a los judíos que habían creído en Él, a quienes está calificando como discípulos no verdaderos, como no conocedores de la verdad y como no libres. La invitación que Jesús les hace para llegar a ser verdaderos discípulos es una invitación a permanecer en su palabra, de alguna manera, es una invitación a medir el costo de hacerse discípulos, a escuchar con mayor detenimiento su mensaje para evaluar si le será posible seguirlo luego de tener un mejor entendimiento de sus palabras, el resultado será el conocimiento de la verdad que lleva a una libertad verdadera.

CONTEXTO

Juan 8:2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.

El escenario de este capítulo es el lugar más importante de la religión judía, el templo de Jerusalén, y vemos en el relato que el apóstol Juan hace de ese día tres tipos de audiencias con quienes Jesús interactúa, primeramente, los fariseos, luego los judíos y también sus discípulos, siendo uno de ellos, Juan, el que registra los diálogos. Casi todo el capítulo registra a Jesús en el templo de Herodes en Jerusalén.

Veamos los diferentes sucesos que se dan en este día:

  1. Jesús va al templo a enseñar
  2. Jesús se manifiesta como la luz del mundo
  3. Muchos creen en Él
  4. Jesús les llama a evaluar la decisión de hacerse discípulos
  5. Jesús enseña sobre la esclavitud inherente del hombre al pecado
  6. Jesús clasifica el origen de la naturaleza humana
  7. La reacción de los judíos que habían creído

Analicemos rápidamente los sucesos.

  1. Jesús va al templo a enseñar

El apóstol Juan no registra lo que Jesús estaba enseñando, pero nos cuenta que mientras Él enseñaba los fariseos le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio (Jn 8:4), y él aprovecha el momento para hacerle ver a todos que ninguno de ellos estaba libre de pecado (Jn 8:7), en medio de un momento en el que escribía en tierra, quizá señalando como se había apartado de Jehová aquella ciudad, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Jeremías.

Jer 17:13 ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

De ellos el mismo profeta había escrito, que no conocerían cuando viniera el bien, porque habían dejado de confiar en Jehová, al poner su confianza en lo externo, ya fuese la ley, los ritos, el templo, o el ser vistos por los hombres.

Jer 17:5-6 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.  (6)  Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

Sin embargo, Jesús aprovecha ese momento en el queda descubierto a todos, su propio pecado, para manifestarse a ellos.

  • Jesús se manifiesta como la luz del mundo

Juan 8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Inmediatamente, después de perdonar a la mujer y no condenarla, Jesús hace una clara declaración de que Él es el Mesías esperado, y de que Él era Dios mismo, por eso tenía el poder para perdonar y para libertar a dicha mujer, y también a todo aquel que creyera en Él. Es muy probable, que, en su declaración como la luz, estuviera haciendo alusión al profeta Isaías.

Isa 60:19-20 El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. (20) No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados.

Luego de manifestar su identidad, se vuelve hacia la multitud, y les hace un llamado a seguirle. Ellos debían haberse dado cuenta que todos eran esclavos del pecado, y que caminaban en tinieblas, en algunos de ellos pudo haberse despertado el deseo de salir del camino de tinieblas en el que estaban. Y conociendo Jesús sus corazones, les invita a seguirlo.

Sin embargo, los fariseos previendo el despertar en la gente, se deciden a atacarlo, para frenar el impulso en la multitud de seguirle.

Juan 8:13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

Los fariseos apelaron a la ley que exigía que acerca de cualquier asunto hubiera dos o tres testigos (Dt 17:6), pero olvidaban que Juan el Bautista (Jn 1:7), la mujer samaritana (Jn 4:29) y muchos más ya habían dado testimonio de Él, y solamente lo hacían para hacer dudar al pueblo.

Jesús les responde con tres razones por las cuales su testimonio era verdadero.

Juan 8:14-18 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.  (15)  Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.  (16)  Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.  (17)  Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.  (18)  Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.

Las tres razones que Jesús les da son: 1. Jesús conocía su origen y su destino, 2. Su juicio era verdadero, por la conexión que mantenía con su Padre, y 3. Tanto Él como su Padre daban testimonio de la deidad del Hijo.

  • Muchos creyeron en Él

Luego de responder a los fariseos, Jesús retoma el tema del pecado con el que la multitud se ha inquietado, dado que por ser el pueblo de Dios entendían la santidad de Dios y su demanda de justicia.

Juan 8:21-30 Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.  (22)  Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?  (23)  Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.  (24)  Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.  (25)  Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.  (26)  Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.  (27)  Pero no entendieron que les hablaba del Padre.  (28)  Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.  (29)  Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.  (30)  Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

Por causa de la mujer adúltera, todos habían llegado a estar conscientes de sus pecados, y les causaba temor morir en su estado pecaminoso. Por lo Jesús afirmando la temporalidad de su ministerio, les confronta no solamente con su temor, sino con la afirmación de la realidad de su temor, en medio de continuas afirmaciones de su divinidad.

Es interesante, que en el verso 21, Jesús les asegura que morirán en su pecado, pero en el verso 24, les da la clave para escapar de esta muerte, agregando la condicionante, que a la vez es la puerta de esperanza y salvación: sino creen, morirán en sus pecados, que, al mismo tiempo, era una manera de decir: si creen que yo soy, no morirán.

Para ellos era difícil entenderle, y era difícil concebir que estaban ante el Mesías, ante Dios mismo, pero luego de que Jesús afirmara de nuevo su relación con el Padre, el testimonio fue claro ante ellos, y muchos creyeron.

Sin embargo, Jesús sabía que no todos estaban dispuestos a permanecer, y pasa a explicarles que no por creer pasaban automáticamente a ser sus discípulos.

  • Jesús les llama a evaluar la decisión de hacerse discípulos

Llegamos al punto medular de este tema, la afirmación de Jesús de que creer en Él no nos hace inmediatamente sus discípulos.

Juan 8:31-32 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; (32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Jesús presentó de manera clara que el ser discípulo conllevaba un costo y un compromiso, consistente en permanecer en su palabra. Pero si llegaban a ser discípulos, tendrían una recompensa: verdadera libertad.

Sin embargo, la oferta no les pareció atractiva, pues, aunque por causa del suceso de la mujer adúltera habían llegado a estar conscientes de su pecado, no lograban dimensionar el alcance de su pecaminosidad y eran ciegos ante su esclavitud.

Juan 8:33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

Esto nos muestra que, uno de los impedimentos para anhelar el ser discipulados es la ceguera que puede haber en nuestros corazones ante la esclavitud al pecado inherente a nuestra naturaleza humana carnal. Si no llegamos a estar conscientes de la manera en que nos esclaviza el pecado y el sistema del mundo, será muy difícil aceptar el llamado que el Señor nos hace a ser sus discípulos.

  • Jesús enseña sobre la esclavitud inherente del hombre al pecado

Jesús pasa a exponer acerca de la esclavitud al pecado.

Juan 8:34-38 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.  (35)  Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.  (36)  Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.  (37)  Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.  (38)  Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.

No somos pecadores porque pecamos, pecamos porque somos pecadores. Es nuestra naturaleza, desde que Adán pecó, el pecado y la muerte entraron a afectar a toda la humanidad (Ro 5:12) y nacemos con una naturaleza con tendencia natural al pecado (Sal 51:5). Jesús está mostrándoles su condición y su destino, si permanecen en esclavitud al pecado, dejarán de permanecer bajo la misericordia del Padre el día del juicio (v. 35). Pero hay una esperanza, tienen la posibilidad de ser libres, pero solo el Hijo les puede ofrecer verdadera libertad (v. 36). Sin embargo, se resisten a recibir las palabras del Hijo (v. 37), se resiste a reconocer su condición de esclavos, porque han prestado oído, pero no a Dios.

  • Jesús clasifica el origen de la naturaleza humana

Los judíos son incapaces de reconocer su condición de esclavitud, pues su confianza está puesta en su linaje y en su nacionalidad, pero no en Dios.

Juan 8:39-41 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.  (40)  Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.  (41)  Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.

Y Jesús saca a luz que su no pueden confiar en su linaje, dada que naturaleza se manifiesta por sus obras, es a través de su fruto que se evidencia su origen y su naturaleza.

Juan 8:42-47 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.  (43) ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.  (44)  Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.  (45)  Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis

  • La reacción de los judíos que había creído

Jesús manifiesta lo que hay en el corazón de los nuevos creyentes, al ver la evidencia creyeron, pero al ser descubierta su esclavitud le aborrecieron. No pudieron amar al que les quería libertar a costa del reconocimiento de su esclavitud, considerándolo una humillación, salió a luz quiera era su padre, el adversario, el que se opone a Dios; y la fe de la mañana, desaparecía por la tarde.

Y la atención de querer aprender de Cristo, y el abstener de apedrear a la adúltera se convertirían en odio, en rechazo y en el intento de apedrear a aquel que les había ofrecido libertad a través del discípulo.

Juan 8:59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.

REFLEXIÓN

Haber creído por señales no necesariamente es en verdad haber creído.

Creer verdaderamente implica aceptar la invitación a seguirle y ser discipulado.

Aceptar la invitación a ser discipulado implica reconocer la esclavitud inherente de nuestra naturaleza humana al pecado.

Solo alguien nacido del Espíritu, podrá aceptar la invitación de Cristo a ser su discípulo.

*Todas las citas fueron tomadas de la versión Reina Valera 1960.

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