Una de las consecuencias más inmediatas y evidentes de una experiencia verdadera con el evangelio y la salvación en Jesucristo es el anhelo de oír a Dios y el valor que eso tiene. No es necesaria la enseñanza para ello, sino que es un instinto del espíritu que clama por ser alimentado. Tal como el niño que nace llora por la leche materna y se calma al recibirla, porque algo le indica que eso es lo verdaderamente valioso y lo que ha estado esperando.
Cuando vamos creciendo en el conocimiento y entendimiento de la vida espiritual, es imperativo que cambie nuestra manera de valorar las cosas y nuestra escala de prioridades.
Preguntas que pueden despertarnos a las realidades de Dios:
- ¿Qué importancia tiene para mí alcanzar madurez espiritual?
- ¿Cuáles son las cosas en mi vida que superan en importancia a la meta de madurar?
- ¿Cuánto tiempo destino a ese fin?
- ¿Cuántas veces pienso y hablo sobre la madurez espiritual? ¿Todos los días? ¿una vez a la semana? ¿nunca pienso en eso?
- ¿Cuánto absorbe mis pensamientos la meta de madurar? ¿cómo afecta mis emociones? ¿me gozo al ver una señal de madurez verdadera en mi persona? ¿cuánto me gozo? ¿me entristece no ver madurez en mi vida? ¿me entristece la falta de madurez, aun cuando cosas materiales, temporales y personales prosperan?
- ¿Qué importancia tiene para Dios mi madurez espiritual?
Podríamos preguntarnos también ¿Qué importancia debería de tener para mí la madurez espiritual? La respuesta a esta última es sencilla: en nuestro ser interior, la madurez espiritual debería de tener la misma importancia que Dios le da.
Un gran freno a la madurez verdadera en una generación es el desfasaje que hay entre la importancia que le damos a la madurez y la importancia que Dios le da a nuestra madurez. Alinearnos a Su real expectativa es imprescindible; de otra manera nos costará entender Su Palabra, Su Propósito Eterno, Sus intervenciones, la obra del Espíritu Santo y mucho más. Todo lo que Dios hace y dice está perfectamente alineado a SUS EXPECTATIVAS. Dios no alineará su gestión a las expectativas de los hombres y por eso es tan necesario entender la importancia que tiene nuestra madurez espiritual.
El apóstol Pablo operaba en un entendimiento de la altísima importancia de la madurez de los santos. Él le daba tan alta importancia a la madurez espiritual que, de hecho, entendía que si las iglesias no mostraban señales de madurez, entonces su trabajo había sido vano. Es decir, él creía que si no se producía madurez, entonces todo su trabajo se habría desperdiciado por completo.
1 Tesalonicenses 3:5 dice: “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano”.
Filipenses 2:14-16 dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.
Gálatas 4:8-11 dice: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; (9) mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? (10) Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. (11) Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros”.
2 Corintios 6:1 dice: “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”.
1 Corintios 15:58 dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
1 Corintios 15:10 dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”.
En esto vemos el entendimiento apostólico de que el evangelio tiene por objetivo directo la madurez espiritual y la salvación como inicio. No vemos la salvación del hombre como objetivo final del evangelio. Esa manera de entender el evangelio (ver la salvación como un fin) pudiera ser uno de los grandes obstáculos generacionales.
DISCIPULADOS EN LA REALIDAD DE DIOS
No podemos crear un discipulado a nuestro gusto y preferencias. ¿Recuerda las palabras de Jesús al ver la multitud siguiéndole? “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33).
Es por eso que Jesús les dice: “deben hacer cálculos para ver si tienen lo necesario”. Lo necesario para ser un discípulo del Señor es TODO.
- No retener nada de lo que Él nos pida.
- Estar dispuestos a que todo lugar donde estamos sea discipulado.
- No aferrarnos a filosofías, formas de pensar, experiencias del pasado, argumentos, etc.
- No defender nuestra trayectoria personal o imagen.
- Poner al Señor por sobre todas las cosas y asuntos.
- Valorar el ser su discípulo más que cualquier persona en la vida y más que nuestras propias vidas.
- Entregarle a él todo nuestro tiempo, nuestras fuerzas y nuestra atención.
¿Tenemos todo lo necesario para ser sus discípulos? Recordemos estos puntos en las palabras de Jesús (Lucas 14:25-33): “Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo:
- PRIORIDAD Y VALORACIÓN: (26) Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
- DISPONIBILIDAD: (27) Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
- CÁLCULO DEL COSTO: (28) Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? (29) No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, (30) diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? (32) Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.
- RENUNCIA: (33) Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
En pocas palabras, si tenemos vida, tenemos todo lo necesario para ser un discípulo del Señor. La pregunta es si estamos dispuestos a entregarlo. Las palabras del Señor son claras: no comiences si sabes que no vas a terminar.
Todo camino que nos propone el evangelio se sustenta en la Gracia y el Poder de Dios. Él no está esperando que seamos poderosos o sabios, ni que contemos con características especiales para ser llamados a ser discípulos.
Recuerde: nadie hace cálculos de costos si no está interesado en la ganancia que desea obtener. Cuando logramos ver la grandeza y gloria de las recompensas eternas que implican nuestra madurez, entonces estaremos dispuestos a entregarlo todo por aquello.
REFLEXIÓN:
A continuación se detallan algunos beneficios del discipulado:
- Nos conecta con la Verdad de Dios.
- Nos vincula a la Realidad de la Iglesia.
- Nos hace partícipes de la expresión material de La Iglesia Eterna.
- Nos hace partícipes de los negocios del Padre.
- Nos lleva a expresar las victorias otorgadas por Dios: Su Salvación, Su Libertad, Su Luz, Su Gloria y Poder.
- Nos lleva a darle al Padre el fruto que Él espera de nosotros.
- Nos conduce a la madurez.
Lucas 5:11 Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, le siguieron.
Lucas 5:27-28 Después de esto, Jesús salió y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: Sígueme. (28) Y él, dejándolo todo, se levantó y le seguía.
¿Estamos nosotros dispuestos a dejarlo todo? ¿Hemos considerado que el beneficio sobrepasa enormemente el costo?
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