BONDAD, BENIGNIDAD Y BENEVOLENCIA

1 Pedro 1:22 dice: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro…”

El bien que opera en los hijos de Dios por la vida espiritual no es como aquel que opera en el hombre natural. Es seguro que podemos hallar bien en el hombre sin Dios, así como el mal. Pero aquel bien no es como el bien que nos fue otorgado en Cristo Jesús. En la vida espiritual no existe mal alguno ni tinieblas. El bien que opera en nosotros por Su Salvación es un bien vivo y que se produce por Su naturaleza.

Añadir benevolencia y bondad a nuestras vidas es vestir nuestras almas de Cristo mismo. No buscamos producir en nosotros lo que no tenemos, sino revestirnos de aquello que somos en Dios. Somos la luz del mundo y es por eso que debemos alumbrar y ser puestos en el lugar correcto.

Mateo 5:14 Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar.

Tito 1:15-16 dice: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. (16) Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra”.

La benevolencia y la bondad son virtudes que se añaden al corazón. Aunque el bien está en nuestro espíritu en forma de naturaleza, estas virtudes no pueden ser añadidas en forma de conductas externas y aparentes, sino en forma de intenciones y del querer del corazón.

Según el Diccionario de la RAE:

Bondad. Del lat. bonĭtas, -ātis. Cualidad de bueno. Natural inclinación a hacer el bien. Acción buena. Blandura y apacibilidad de genio. Amabilidad de una persona respecto a otra.

Benigno. Del lat. benignus. Afable, benévolo, piadoso. Templado, suave, apacible.

Benévolo. Del lat. benevŏlus. Que tiene buena voluntad o simpatía hacia las personas o sus obras.


La bondad y la benignidad son expuestas por el apóstol Pablo como fruto del espíritu. Es decir, que ellas ya están en nosotros como naturaleza y vida espiritual, pero deben ser expresadas por la transformación de nuestras almas. Esto lo expresan una y otra vez las cartas apostólicas:

Colosenses 4:6 dice: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”.

La benignidad puede medirse de una manera orgánica, respondiendo la siguiente pregunta: ¿Qué efectos produce la presencia de una persona en los ámbitos en los que se mueve? Es una de las virtudes más profundas en el corazón humano, porque se acerca más y más a la naturaleza de la persona. Es muy difícil simular la benignidad, y es por eso que no es muy fácil encontrar esta virtud en nuestros días. Habiéndonos sido dada la naturaleza de Dios por la vida eterna, podemos revestir el alma de esta grandiosa virtud que nos llevará a todo tipo de conductas favorables y servicio constante a otros, siendo conocidos por el amor que opera en nosotros.

Isaías 1:16-17  Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;  (17)  aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

La benevolencia opera en todo aquello que una persona gobierna. Se ejerce de una persona a otra, cuando hay algún grado (aunque sea mínimo) de poder o la capacidad de tomar decisiones que afectarán a esa otra persona. Sin lugar a dudas el amor contiene en sí mismo todas estas virtudes, pero la benevolencia es una de las maneras de que el amor se manifiesta en una persona.

La bondad como virtud espiritual se produce en nosotros ejerciendo la manera del bien de Dios. No es aquel bien juzgado por nuestra propia justicia personal, sino el bien que dicta la naturaleza de Dios en el espíritu. Es el bien que no busca beneficio personal y aquel que no es juzgado como bueno desde una posición personal o individual. Es el bien que no busca ser visto o aplaudido, sino que produce vida a nuestro alrededor.

¿Cómo añadimos bondad, benignidad y benevolencia?

  1. Humillando el corazón aún cuando éste se sienta digno de honra.
  2. Revisando por el Espíritu las motivaciones del corazón hasta encontrar las motivaciones espirituales.
  3. Haciendo el bien y no cansándonos.
    • Gálatas 6:9-10 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. (10) Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
  4. Acciones concretas y diarias que no se consuman en nuestro propio beneficio o placer.
    • Lucas 6:27-36 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; (28) bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. (29) Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. (30) A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. (31) Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. (32) Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. (33) Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. (34) Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. (35) Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. (36) Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
  5. No aceptando como normal y aceptable las palabras agresivas y las expresiones duras de las palabras.
    • Siempre habrá quienes encuentren excusas y explicaciones a las formas agresivas de expresarse. No debe ser así en un hijo de Dios. Por lo tanto, primero debe ser derribado todo argumento altivo que defienda esas conductas en nosotros.
    • Si una expresión de nuestra boca no expresa la dulzura y templanza, entonces debemos reflexionar: “no soy lo que acabo de expresar”, de manera tal que toda estructura contraria a Cristo sea humillada y despojada.
  6. Tomando tiempo y la acción voluntaria de sembrar palabras de bien en personas. Acciones que no estén pensadas en obtener un beneficio personal.
  7. Haciendo un examen del tiempo y los recursos que administramos para descubrir cuánto se encuentra destinado al beneficio personal y cuanto está enfocado en el bien de otros.
  8. Desechando toda tendencia del alma a acaparar para nosotros mismos, considerando a los demás y reforzando en el corazón que somos sostenidos por Dios y nada nos faltará.
  9. Cada vez que recibimos algo, pensar en qué podemos dar.
  10. Cada vez que pensamos en las necesidades personales, pensar en las necesidades de alguien más.
  11. Tomando acciones concretas al ver el dolor de otras personas, sin hacer alarde o publicidad de esas acciones.

La virtud y los vínculos espirituales.

1 Corintios 12:24-25 dice: “Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, (25) para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros”.

En el cuerpo los miembros no viven para alimentarse a sí mismos. Cada miembro otorga su beneficio al cuerpo y la nutrición de cada miembro proviene de otro órgano o sistema del mismo cuerpo. Es así como se expresa en nosotros la realidad del cuerpo, de manera que el corazón de un hijo de Dios esté revestido de bondad y benignidad para que los vínculos con otras personas sean fuertes y funcionales.

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