NUEVO HOMBRE NUEVA CONSCIENCIA

DEBEMOS SABER QUE LA VIDA ESPIRITUAL CONTIENE:

  • SU PROPIA CONCIENCIA.
  • SU PROPIA MEMORIA.

En los siguientes pasajes podemos apreciar la manifestación de esa parte consciente de la vida espiritual que nos fue dada al nacer del Espíritu.

  • “Renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10).
  • “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu” (Jn. 13:21).
  • “Su espíritu fue provocado viendo la ciudad llena de ídolos” (Hch. 17:16).
  • “Pues no habéis recibido espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor” (Ro. 8:15).
  • “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:16).
  • “Pues yo … presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho” (1 Co. 5:3).
  • “No tuve reposo en mi espíritu” (2 Co. 2:13)
  •  “El espíritu está dispuesto pero la carne es débil” (Mt. 26:41). “Jesús, conociendo en Su espíritu” (Mr. 2:8).
  • “Y gimiendo profundamente en Su espíritu” (Mr. 8:12).
  • “Jesús … se indignó en Su espíritu” (Jn. 11:33).
  • “Este … siendo ferviente de espíritu” (Hch. 18:25).
  • “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén” (Hch. 20:22).
  • “Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?” (1 Co. 2:11).
  • “Porque confortaron mi espíritu y el vuestro” (1 Co. 16:18).
  • “Por cuanto su espíritu recibió refrigerio de todos vosotros” (2 Co. 7:13).
  • “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu” (Ro. 1:9).
  • “Sirvamos en la novedad del espíritu” (Ro. 7:6).
  • “Habéis recibido espíritu filial, con el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro. 8:15).
  • “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu” (Ro. 8:16).
  • “Oraré con el espíritu” (1 Co. 14:15).

EL EVANGELIO PRESENTA LA NUEVA CONCIENCIA

  • Conciencia es quien yo soy.
  • Conciencia es cómo percibo el mundo
  • Conciencia es cómo me percibo a mi mismo.
  • Conciencia es lo que me dice qué es real y que no.

¿De qué manera el evangelio nos perfecciona en cuanto a la conciencia? Presentándonos a nosotros mismos en la nueva vida y nueva realidad espiritual.

2 Corintios 5:16-17 dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.  (17)  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Mientras la Ley trae a memoria los pecados, la Gracia nos otorga una nueva vida sin historia de pecado y nos propone una nueva tecnología: despojarnos del viejo hombre y la vieja naturaleza.  Es decir, el evangelio no mejora ni prolonga la antigua conciencia, sino que nos perfecciona otorgándonos acceso a aquella conciencia espiritual, eterna y perfecta.

Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;  (13)  los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

LA CONCIENCIA DEL ALMA Y LA DEL ESPÍRITU

¿Qué sucede con la vieja conciencia en la que operaba el alma antes del evangelio?

Esa conciencia sigue operando, mientras nos vamos despojando del viejo hombre por medio de la madurez espiritual. El alma es en esencia esa conciencia que debe experimentar el despojo de lo viejo y ser revestida de lo nuevo. Un odre nuevo (la conciencia del alma renovada por el Espíritu), para un vino nuevo (la conciencia del ser espiritual).

Veamos esto en la carta a los Hebreos:

Hebreos 10:35 – 11:1 dice: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;  (36)  porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.  (37)  Porque aún un poquito,

Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.  (38)  Mas el justo vivirá por fe;

Y si retrocediere, no agradará a mi alma.  (39)  Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

  • ¿Qué es lo que no vemos? No vemos aún la perfección que nos fue otorgada en Cristo. ¿Porqué? Porque aún vemos los vestigios del viejo hombre en nosotros. Vemos un alma que aún no ha sido preservada, llena de vanidad y corrupción. No vemos aún que seamos perfectos, aunque dice: “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14).
  • No vemos esa perfección, pero tenemos fe. Esa es la fe operando para perfección. Es la fe que nos provoca a la madurez. Es la fe dándonos certeza de lo que esperamos: ver a Cristo expresado en nosotros.
  • Aunque no vemos esa perfección en nosotros, no somos de los que retroceden para perdición. Seguimos avanzando por causa de la fe. No avanzamos para ser perfeccionados, sino que avanzamos porque vemos por fe que ya hemos sido perfeccionados y buscamos manifestar esa perfección. ¿Dónde se encuentra esa perfección completa y consumada? En la vida espiritual que nos ha sido concedida en Cristo Jesús.
  • Luego el escritor mostrará de qué manera la fe operó para darles buen testimonio a los antiguos, pero ninguno de ellos pudo gustar el cumplimiento de lo prometido: la perfección en Cristo.

Hebreos 11:40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

Veamos estas dos conciencias operando en el Apóstol Pablo:

2 Corintios 12:1-6 dice: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.  (2)  Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.  (3)  Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),  (4)  que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.  (5)  De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades.  (6)  Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí”.

Aunque el apóstol está hablando de sí mismo (del ser espiritual), parece hablar en tercera persona. Es la manera coherente de mostrar que, aunque el alma sigue operando en una conciencia que está siendo transformada, en la vida espiritual portamos una conciencia ya perfecta: la nueva criatura, el nacido de nuevo.


EL EVANGELIO NO DICE: “VENGO A CAMBIARTE”, EL EVANGELIO VIENE Y DICE: “VENGO A PRESENTARTE QUIÉN TU ERES EN LA REALIDAD”.

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