EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y EL CONOCIMIENTO DEL ALMA

La biblia reconoce dos tipos de sabiduría, la terrenal y la celestial. De la misma manera, tenemos el conocimiento espiritual y el conocimiento que el alma ha adquirido.

En las escrituras la palabra conocimiento es altamente relevante y antes de sumergirnos en los temas desarrollados en esta sección, vamos a evaluar algunas palabras griegas traducidas como “conocimiento” en la biblia:

Conocimiento según la biblia

Oida (οἶδα G1492) Entender, percibir, saber. Conocer mediante percepción. Se traduce con el verbo saber en la mayor parte de pasajes en que aparece (p. ej., Mateo 6:8,32; 7.11; 9.6; 12.25; 15.12; 20.22,25; 21.27; 22.16; 24.36,42,43; 25.13, 26; 26.2,70; 27.18,65). Significa, primariamente, haber visto o percibido; de ahí, conocer, tener conocimiento de, ya bien absolutamente, como en el caso del conocimiento divino.

Ginósko (G1097) prolongado de un verbo primario «conocer, saber» (absolutamente) en una gran variedad de aplicaciones y con mucha implicación (como sigue, con otros no claramente expresados de este modo): notar, reconocer, saber, sentir, tener, entender, informar, llegar (al conocimiento), cerciorar, comprender, conocer, conocimiento.

Epignosi (ἐπιγνώσις G1922) Denota un conocimiento total, discernimiento, reconocimiento. Es la forma intensificada de ginosko, expresando un conocimiento más pleno, o un conocimiento pleno, una mayor participación por parte del conocedor en el objeto conocido, influenciándole más poderosamente. No se halla en los Evangelios ni en los Hechos. Pablo lo usa 15 veces de las 20 veces que aparece en el NT; Pedro lo usa 4 veces, todas ellas en su segunda epístola; el escritor a los Hebreos lo usa una vez.

Sin embargo, en este estudio nos centramos en las dos palabras más utilizadas: ginosko y oida.

Las diferencias entre ginosko y oida exigen consideración: ginosko sugiere frecuentemente origen o progreso en conocimiento, en tanto que oida sugiere plenitud de conocimiento.

Lo que nos hemos de preguntar en este apartado es: ¿Cuál es la naturaleza del conocimiento espiritual? ¿Qué tipo de conocimiento es el que nos propone el evangelio de Jesucristo y el que buscamos alcanzar en nuestras vidas? ¿Cuáles son los efectos del conocimiento espiritual cuando va siendo añadido en nuestras almas?

Comenzaremos este recorrido con las palabras de nuestro Señor:

Juan 8:54-55 dice: “Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. (55) Pero vosotros no le conocéis (ginosko); mas yo le conozco (oida), y si dijere que no le conozco (oida), sería mentiroso como vosotros; pero le conozco (oida), y guardo su palabra”.

Observe que cuando leemos este pasaje en español, la palabra traducida como “conocimiento”, en griego se utilizan dos palabras diferentes. Dos palabras que son traducidas con una misma palabra en español, pero que en realidad reflejan dos realidades diferentes.

  • Una forma de conocimiento tiene que ver con la experiencia y la progresión.
  • Otra forma de conocimiento es pleno, completo e instantáneo.

Ginosko se refiere a la manera en que nuestras almas acceden al conocimiento: como una progresión, un crecimiento por experiencia creciente.

Oida se refiere a una forma de conocimiento diferente. Piense por un momento que a usted le encargan explicarle a una tribu de aborígenes aislados en una selva lo que es un avión. Quizá le dirá: “es como un pájaro gigante con alas que no se mueven. Tiene una boca de costado por donde las personas entran…”. Usted sabe que no importa cuanto usted hable y les explique, ellos no entenderán plenamente aquello de lo cual usted les habla. Ellos están imaginando algo totalmente diferente a la realidad.

Eso se debe a que usted intenta usar símbolos y elementos que ellos conocen, pero ese recurso es muy limitado para lograr expresar lo que verdaderamente es un avión. Incluso ellos pueden aprender de memoria sus palabras y hasta enseñarla a otros, pero ese conocimiento nunca dejará de ser limitado e inexacto. Será suficiente llevarlos a ellos a ver y experimentar un vuelo en avión para que ese conocimiento sea transformado. Aún sin palabras y explicaciones se produce una forma de conocimiento que es completa en sí misma.

Cuando hablamos de conocer a Dios en el espíritu, entendemos que es un conocimiento totalmente diferente a la manera en que el alma conoce. En nuestro espíritu no conocemos a Dios por información o por experiencia, sino que en el espíritu conocemos a Dios por verle, porque somos sus hijos y le hemos visto eternamente.

Es nuestra alma la que necesita ser expuesta al conocimiento de Dios, pero si hemos recibido la vida espiritual que nos otorga el evangelio, entonces podemos aseverar que le conocemos en nuestro espíritu.

Jesús les está diciendo que ellos no alcanzaron a conocer a Dios a pesar de toda su información y experiencias con Él. Jesús les expone que Él mismo sí conoce a Dios, pero no es por medio de las experiencias e informaciones, sino porque le ha visto y le conoce plenamente.

Veamos algunos otros ejemplos de estas palabras funcionando juntas:

Juan 13:6-7 dice: “Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? (7) Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes (oida) ahora; mas lo entenderás (ginosko) después”.

Juan 14:6-9 dice: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (7) Si me conocieseis (ginosko), también a mi Padre conoceríais (oida); y desde ahora le conocéis (ginosko), y le habéis visto. (8) Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. (9) Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”

Hemos de embarcarnos en un viaje de obediencia y luz: añadir a nuestras almas conocimiento. Hemos de añadir conocimiento a la virtud, porque es el orden correcto y verdaderamente productivo. El objetivo de esta introducción es entender la calidad del conocimiento que nos ha sido otorgado por la Cruz de Cristo y la nueva vida espiritual. Ese conocimiento es la verdadera fuente de la cual hemos de tomar para que nuestra mente y corazón sean llenos de luz y entendimiento. Si entendemos la calidad de ese conocimiento, entonces tendrá sentido todo otro conocimiento al que podamos acceder.

Cuando un alma se llena de conocimiento religioso o de información externa acerca de Dios, se producen muchas consecuencias que no tienen nada que ver con la verdadera madurez espiritual. Por el contrario, sus corazones se llenan de orgullo y se apartan del verdadero efecto del conocimiento espiritual: la expresión del perfecto amor.

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