LA ADMINISTRACIÓN DEL ALMA

la administración del alma

Es necesario que el conocimiento espiritual llegue al alma en forma de entendimiento y desplace toda mentira, llevando a nuestra alma a vivir la verdad del evangelio.

El propósito de esta sección es comprender cuál es la dinámica del conocimiento espiritual operando en su plenitud en nuestro espíritu y cómo es administrado en nuestras almas.

¿Cómo opera el traslado de la sustancia del conocimiento espiritual a la naturaleza del entendimiento en nuestras almas?

En el espíritu conocemos por vida y por naturaleza. Nuestras almas conocen por entendimiento, por comprensión y por los pensamientos que luego se transforman en decisiones.

Es por eso que la madurez espiritual consiste en tomar del conocimiento espiritual que nos fue otorgado, trasladado a nuestras almas. Ese traslado es importante porque es la manera en que nuestras almas son expuestas a la luz de Dios y opera la transformación que propone el evangelio.

A ese proceso le llamamos madurez espiritual. Si el conocimiento espiritual queda en nuestro espíritu, entonces nunca hemos de manifestar al Señor a través de nuestras almas. Eso sería trágico, porque es justamente esa actividad la que nos hace partícipes del evangelio y nos asegura recompensas eternas.

De esta manera se cumplen las palabras del Señor al decir:

Juan 7:38 dice: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.

Juan 4:13-14 dice: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; (14) mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Así como nuestro cuerpo necesita exponerse a la luz del sol, nuestra alma necesita ser expuesta a la luz de la verdad de Dios todos los días. Aunque el mundo nos ha llevado a conformarnos con la luz artificial del conocimiento científico o experiencial, lo que verdaderamente transforma el alma es la luz del conocimiento de Dios.

Juan 8:31-32 dice: “Jesús decía a los judíos que habían creído en él: “Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra; (32) entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.”

¿Quiénes son los que alcanzan a disfrutar los beneficios de esa luz?

Aquellos que están dispuestos a renunciar a la agenda egoísta, personal, individual y humanista de la mente, para creer que el conocimiento de Dios nos conviene. Si sólo valoramos el conocimiento que “creemos necesitar por causa de nuestros problemas o proyectos”, será imposible disfrutar de aquel conocimiento que nos fue otorgado por la vida espiritual.

Hemos observado que, al anunciarse el Nuevo Pacto, las escrituras dicen: “ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor”. El escritor a los hebreos está haciendo referencia a la siguiente escritura en el libro de Jeremías:

Jeremías 31:33-34 dice: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. (34) Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.

Es necesario resolver cuál es la razón por la cual el Señor estableció maestros en para la edificación de los santos, siendo que acerca del nuevo pacto se anuncia la incapacidad de enseñar diciendo “conoce al Señor”.

Recordemos lo que estableció el apóstol Pablo en su carta a los efesios:

Efesios 4:11-12 dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, (12) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…”.

También tenemos otros pasajes que hablan de la importancia de esta actividad en el crecimiento de la Iglesia:

Romanos 12:6-7 dice: “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; (7) o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza…”.

1 Timoteo 4:11 dice: “Esto manda y enseña”.

Colosenses 1:28 dice: “…a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre…”.

Algunas consideraciones sobre esta dinámica:

  1. El conocimiento otorgado por gracia en el Nuevo Pacto, es un conocimiento espiritual dado al espíritu de manera completa y sin proceso. Eso no es posible en la mente humana, la cual pertenece al alma.
  2. La enseñanza que ejercen los ministros del evangelio no lleva a las personas a conocer a Dios, sino que, habiendo ellos recibido el conocimiento espiritual, ahora colaboramos para que ese conocimiento sea provocado y el alma alumbrada.
  3. El conocimiento otorgado es al espíritu, la enseñanza es una actividad en servicio al alma. Es por eso que el maestro del Nuevo Pacto, no se asemeja en nada a los maestros que funcionaban en Israel antes de la Cruz de Cristo. Quedó demostrado que todas aquellas generaciones que fueron enseñadas en la Ley, no alcanzaron a conocer a Dios y es por eso que no reconocieron al Señor cuando caminó entre ellos.
  4. Podemos concluir entonces que, como maestros de la palabra, no enseñamos para que las personas conozcan a Dios, sino que colaboramos y servimos a los santos para que el conocimiento de Dios que les ha sido otorgado en su espíritu, se vuelva luz en sus almas para experimentar la santificación y transformación que es anunciada por el evangelio.

Esta actividad corresponde a la administración de nuestras almas.

¿Por qué debemos administrar nuestras almas?

Porque desde la salvación somos seres espirituales.

El conocimiento espiritual comienza a despertarse en un cristiano cuando comprende SU IDENTIDAD EN EL ESPÍRITU.

Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Antes de la Cruz de Cristo, tan sólo éramos almas sometidas al pecado y a la muerte. Después de Cristo somos seres espirituales que administran un alma y habitan un cuerpo.

1 Corintios 15:45 dice: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”.

Es importante que nuestras almas entiendan que “no somos almas”. Es decir, nuestras almas deben renunciar a ser el centro de lo que somos, renunciando a ser la fuente de nuestra identidad.

Al decir “soy un ser espiritual”, dejamos al alma en un segundo lugar. Si ya no somos “almas”, entonces… ¿Cuál es el lugar y función de nuestras almas? Somos seres espirituales que administran un alma.

El alma deja de ser nuestra identidad para ser un espacio de edificación y administración. En los que hemos sido llamados a la salvación ya no aplica la famosa frase del filósofo René Descartes, “pienso, luego existo”. Otra traducción más correcta sería: “pienso, por consiguiente soy”.

Habiéndosenos dado vida espiritual, entonces somos seres espirituales y los pensamientos del alma ya no son nuestra identidad mayor, sino aquello que portamos en el espíritu.

Todo esto es un misterio que merece ser profundizado y revelado. Esto es sumamente importante para poder alcanzar una verdadera y perdurable libertad en nuestras almas.

2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Cuando se nos ordena añadir conocimiento a nuestras almas, buscamos administrar aquel espacio de construcción que nos fue confiado por el Señor y que debe ser conquistado por la vida espiritual. Es así que entendemos que, al crecer en conocimiento de Dios, también crecemos en conocernos a nosotros mismos según Cristo.

LO QUE CONOCES DEFINE TU ALMA

El alma humana es el resultado de horas, días y años de exposición a información y conocimiento que van produciendo una edificación interior. Esa información llega al alma por medio de los sentidos y produce todo tipo de dinámicas internas, para edificar una manera muy puntual y específica de procesar el mundo que nos rodea. Lo que recibimos del mundo se transforma en pensamientos, memoria, emociones, proyectos, imaginación, creatividad, deseos, voluntad y muchas otras dinámicas que terminan por producir decisiones y acciones que afectan nuestro exterior. Podríamos decir que el alma se forma con conocimiento de todo tipo y se alimenta de ese mismo conocimiento.

La vida espiritual abre en el alma una nueva fuente de alimento inesperada e inexistente hasta aquí: la capacidad de alimentar nuestras almas con el conocimiento espiritual. Ese conocimiento no proviene de los sentidos, sino de la vida espiritual que nos fue otorgada.

Juan 4:13-14 dice: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed -respondió Jesús-, (14) pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.”

Entonces, ¿Ya no son útiles los sentidos naturales? Claro que son útiles. Ellos nos permiten ser provocados al conocimiento espiritual, mediante la predicación, la enseñanza, y los dones dados por Dios a la Iglesia. Pero no son ellos finalmente la fuente, sino la vida misma que nos ha sido otorgada en el espíritu.

Si comprendemos que en nuestras almas somos el resultado de la acumulación del conocimiento al que hemos sido expuestos durante años, entonces el evangelio nos trae una excelente noticia: Exponernos al conocimiento espiritual, produce en nuestras almas el despertar de quienes verdaderamente somos según Dios.

Medite por un momento en lo siguiente: ¿Cómo sería usted si hubiera nacido en otro país? ¿Cómo sería su personalidad si hubiera estado expuesto a diferentes circunstancias? ¿Qué sería hoy de su vida si en su niñez le hubieran enseñado algún instrumento musical o algún deporte? Es posible que en realidad usted fuera un científico o un artista, pero no lo sabe porque no fue oportunamente expuesto al conocimiento correcto. Lo que el evangelio responde respecto a esto es que ninguna persona sobre la tierra conoce quién verdaderamente es, hasta que experimenta la madurez espiritual. El conocimiento espiritual produce una luz en el alma que expone toda edificación falsa, para que, al ser desalojada, entonces lo verdadero salga a luz.

2 Corintios 5:16-17 dice: “Así que de ahora en adelante no consideramos a nadie según criterios meramente humanos. Aunque antes conocimos a Cristo de esta manera, ya no lo conocemos así. (17) Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”

¿Qué significa conocer según la carne? Significa definir a las personas por sus experiencias humanas, decisiones, reacciones e historia. Es conocer por lo que proviene de los sentidos. Cuando aprendemos a despreciar la calidad de ese conocimiento, damos lugar a una nueva manera de conocer a las personas y conocernos a nosotros mismos: la vida espiritual.

Cuando aprendemos a despreciar todo conocimiento natural, nuestra alma comienza a ser más verdadera. Somos librados de toda edificación circunstancial, terrenal y carnal. Es una batalla de conocimiento contra conocimiento.

1 Corintios 13:12 dice: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.

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